Por Juana Albornoz Guevara
Nota introductoria
El presente texto corresponde a la exposición de la pastora pentecostal Juana Albornoz en el 1er Seminario Nacional sobre Libertad Religiosa en Chile, que tuvo lugar los días 1 y 2 de julio de 1994, evento que contó con la presencia y participación de destacadas autoridades eclesiásticas y políticas de la época. La pastora Juana, quien también se desempeñó como presidenta de la Iglesia Misión Apostólica, tuvo participación en diversas instancias cristianas en materia de defensa de los Derechos Humanos y dignidad de la mujer. Destaca en su biografía que en el año 2007, fue nombrada para ejercer como capellana evangélica en el Palacio La Moneda, siendo la primera mujer pentecostal en desempeñar ese cargo en la historia de Chile.
La pastora Juana falleció recientemente, el día 28 de abril de 2021. En este contexto, como PP hemos considerado pertinente recoger un texto de valor histórico en el que presenta algunas de sus ideas en materia de aporte social y participación cívica de los pentecostales chilenos. En la publicación original, el artículo no presenta título, por lo cual le hemos dado uno acorde con la temática y en línea con sus subtítulos temáticos. Si bien se trata de un documento de hace más de dos décadas, ofrece ideas atingentes para robustecer la discusión sobre la presencia social y cívica del pentecostalismo chileno, sobre todo por reflexionar sobre la situación de los pentecostales en el contexto del restablecimiento de la democracia.
PP
Aporte social y participación cívica de los pentecostales
Pastora, Sra. Juana Albornoz: Iglesia Pentecostal
Los Pentecostales estamos invitados a este diálogo, como otra iglesia más de la rama protestante en Chile. Pero no somos sólo una iglesia más. Cuando se habla de los pentecostales, se están refiriendo a la Iglesia Evangélica mayoritaria de este país. Más del 80% de los evangélicos pertenecen a Iglesias Pentecostales.
Es en razón de nuestro extraordinario crecimiento que se nos está tomando en cuenta en todos lados. Esto tenemos que destacarlo, porque cuando éramos, hace 70 años atrás, equivalentes en cantidad a nuestras iglesias hermanas, éramos muy discriminados. Ahora, muchos sectores de la sociedad nos reconocen como interlocutores válidos.
Según las encuestas del Centro de Estudios Públicos (CEP), mientras el porcentaje de evangélicos entre la población total es del 16%, en el sector social más bajo aumenta al 24,8%; en el sector medio se reduce a un todavía significativo 12,5%; y en el sector alto a un 1,6%.
Estos estudios confirman lo aseverado por el sociólogo Christian Lalive, hace 25 años, en el sentido de que el pentecostalismo crece entre trabajadores independientes, no asalariados (artesanos, pequeños comerciantes, etc.).
Las proyecciones que los estudiosos hacen de tal crecimiento son sorprendentes. El norteamericano David Stoll, señala que para el año 2010, habrá en Chile un 38,8% de evangélicos, y esto, por el acelerado crecimiento de los pentecostales. Afirma que, en el siglo XXI, América Latina será un continente mayoritariamente protestante. De modo que tratar de la participación de los Pentecostales no es hablar de una Iglesia más, así simplemente.
APORTE SOCIAL
El crecimiento de los pentecostales, es sólo su aspecto más notorio y se debe considerar como otro rasgo relevante su aporte social. Acerca de ello, como en lo anterior, los estudiosos son los primeros en dar la voz de alarma.
Los sociólogos Samuel Palma y Hugo Villela, nos describen lo que ocurre con la persona que se hace Pentecostal. La experiencia fundamental, es la de su conversión al Evangelio. Al pasar por ella, el sujeto popular cambia la percepción que tiene de sí mismo y de la vida. Este nuevo sentido de la vida cobra toda su significación, si se lo analiza sobre el trasfondo del riesgo permanente de fracaso que sufren los pobres urbanos o rurales, es decir, el riesgo de caer en el trago, los vicios, la delincuencia, la degradación moral debido a los problemas de la miseria, de la falta de modelos de vida imitables, etc.
Esta experiencia conlleva a cambios muy completos en el estilo de vida del cristiano, lo que por vía de repercusión tiene su impacto también en la sociedad. Algunos ejemplos relevantes:
1. Aunque no existen estudios específicos que permitan cuantificarlo, es evidente que las conversiones pentecostales han sido un elemento significativo en el control del alcoholismo, así como otras adicciones o comportamientos personal y socialmente destructivos.
2. La conversión pentecostal ha sido un importante factor de superación de situaciones de irregularidad en la familia popular. Allí, como se sabe, la pareja generalmente convive por consentimiento mutuo pero sin matrimonio legal. Además, el hombre suele ser pasajero en la pareja. Deja hijos, pero se va a probar suerte a otra parte sin nunca volver. Entonces, la mujer debe buscar un nuevo «conviviente» que le asegure su sustento y protección.
En este contexto, el pentecostalismo ha sido un significativo elemento de estabilización y regularización de la pareja y de la familia. Con ello ha aportado a la superación de situaciones de maltrato a la mujer, y posiblemente, de violencia intrafamiliar en general.
3. También señalamos el impacto en el campo de la disciplina laboral. Los evangélicos son caracterizados por su responsabilidad y buen desempeño en el campo laboral.
4. Los pobladores pentecostales de sectores marginales, son los que emergen económica y socialmente. El CEP, según una publicación aparecida en el Diario La Nación el 26 de abril de 1993, trabaja en una investigación apasionante en la comuna de La Pintana y en ciertos pueblitos cercanos a Rengo. La tesis del CEP es que, en esos sectores pobres, los que están emergiendo y ascendiendo social y económicamente, son los Pentecostales (En 1993 encuestarían 3000 casas en La Pintana).
5. Los pentecostales son protagonistas de una Revolución Cultural. El evangélico pentecostal tiene una cultura distinta, que ha hecho decir a los investigadores que América Latina está enfrentando otro tipo de Revolución Cultural. Convertirse a esa Iglesia significa salir del antiguo orden: «no bailan, no fuman, no beben. Los que van al culto, lo observan rigurosamente. Una gran mayoría escucha programas radiales evangélicos y ve los de esa misma religión en la T.V. También muchos leen casi exclusivamente la Biblia«, afirma Miguel González, investigador del CEP.
Esto en cuanto a su aporte social sin nombrar, por la escasez de tiempo, otros resultados de numerosos estudios que se hacen en el campo pentecostal.
LA PARTICIPACION CÍVICA DE LOS PENTECOSTALES
En cuanto a esto se debe decir que, como rasgo general, el Pentecostal es una persona que acata los deberes cívicos y es respetuoso de la autoridad y de las leyes, en tanto percibe que su administración es ajustada a derecho. En este sentido participa en Política, al modo de la antigüedad clásica, ósea, es el ciudadano responsable que aporta a la solución de los problemas de su «POLIS» (paga sus contribuciones, cumple con el servicio militar, aporta a campañas en pro de alguna solución colectiva).
Respecto a la participación política propiamente tal, los pentecostales se han autocalificados como apolíticos. Es cierto que nadie es apolítico, estrictamente hablando, pero el Pentecostal lo afirma respecto de la política partidista. Con ello quiere decir, que ningún partido de los existentes interpreta cabalmente lo que desde su fe advierte que debe ser un desempeño político genuinamente centrado en los intereses del pueblo.
El teólogo luterano Manuel Ossa, lo explica muy bien, en su libro «Lo ajeno y lo propio»: «Sin embargo, los pentecostales aunque le dan importancia a la política en el sentido visto de procura de la justicia social, tienen una desconfianza visceral frente a la Política de los Políticos, es decir, la de los partidos y de sus dirigentes. En ello sólo acentúan una tendencia ya presente en la población chilena. Pero ellos han encontrado unas formas de actividad autónoma que no necesitan de la figura ‘paterna’ del político. De esta figura paterna, el pueblo, decepcionado, no espera mucho. Tampoco el pentecostal«.
No obstante, el apoliticismo de los pentecostales ha cambiado últimamente. En la elección de concejales, varios candidatos eran de raíz pentecostal e incluso algunos ganaron su candidatura. Y se puede afirmar que hay apertura a participar en la arena política, lo que se advierte en ciertos tratos de pastores con el Gobierno, que se vienen dando desde hace algún tiempo y se ve en la aparición de agrupaciones dedicadas al quehacer político, como el MONACI (Movimiento Nacional Cristiano) que tiene momentáneamente suspendidas sus actividades.
Tocante a color político, es válido para los pentecostales lo que el sociólogo Arturo Chacón afirma de los evangélicos en general:
«En segundo lugar, no se inclina en su opción política, por una determinada tendencia en forma clara. Si algo se puede afirmar, es que no se inclina hacia las posturas extremas de derecha o izquierda».
Por último, hay un aspecto ideológico relacionado con la actitud de los pentecostales respecto a la Política. Las comunidades pentecostales han sido definidas como comunidades de sentido, porque en ellas el sujeto popular construye sentido para su vida. Esto implica que desde la fe el pentecostal elabora su propia cosmovisión. En esta cosmovisión el pentecostal integra el elemento sobrenatural, al cual considera imprescindible. Aquí encontramos un ingrediente que puede ser una razón fundamental por la que los pentecostales no nos sentimos identificados con ningún partido político. Existe un racionalismo extremo que ha impregnado la ideología de los partidos y que los impulsa a rechazar una visión como la de los Pentecostales que incluye la dimensión pentecostal. A esto le llamaríamos parcialidad antropológica de los partidos. Estos harían bien en considerar la crisis del modelo epistemológico de la ilustración desde donde proviene su racionalidad.
Este aspecto anterior puede ser, unido a la indiferencia de los partidos, una de las causas por la cual muchos evangélicos, especialmente pentecostales, piensan organizar un partido propio que responda a su particular visión del mundo.
De la actitud frente a estos dos últimos elementos que ustedes, los políticos, asuman, dependerá el camino que nosotros tomaremos.