Bendita locura

bendita locura - pensamiento pentecostal

escrito por Daniel Díaz Romero

En nuestra cultura pentecostal, existen refranes o dichos populares que a menudo se asocian con pasajes bíblicos, la lista puede ser extensa y va variando según el contexto. Esta breve reflexión busca aproximarse con un interés puramente pedagógico a una de estas frases, para entender por un lado su origen y contexto, como también para ver que tan distantes están del espíritu del texto bíblico. 

Quienes pertenecemos al mundo pentecostal chileno, en más de una ocasión hemos escuchado la siguiente frase: Y como dijo el apóstol Pablo: Bendita locura; casi siempre en el contexto de manifestaciones espirituales. Es como si fuera la manera pentecostal de responder a las “Micales” que desprecian la forma como adoramos a nuestro Dios, tomando como referencia el rechazo que sintió la hija de Saúl al ver a David saltando y danzando delante de Jehová, mientras era trasladada el arca del Pacto a Jerusalén (2 Samuel 6). El pentecostalismo criollo, nació y creció entre los sectores más marginados de nuestra sociedad, por lo que históricamente ha cargado con dicho estigma, al que se suma el menosprecio que generan nuestras formas de adoración; para algunos, algazaras indescifrables, incluso para cristianos de otras denominaciones. Por esta razón, la supuesta cita de Pablo parece una justa reivindicación.  

Sin embargo, aun entendiendo la intencionalidad con que se cita al apóstol, cabe preguntarnos: ¿dijo Pablo realmente esto? ¿veía el apóstol en nuestra esperanza bienaventurada una locura bendita? La respuesta breve y simple es: No. Pero desarrollemos esta idea un poco más a fondo.  

Las referencias más cercanas de Pablo hablando de locura, el menos en nuestra clásica versión Reina Valera, es precisamente diciendo todo lo contrario: Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.” (1ª Corintios 1:18). Es decir, el evangelio del reino, para quienes no han nacido de nuevo, es una ridiculez, un sinsentido, tal como pensaron los atenienses en el Areópago al oír a Pablo hablar acerca de la resurrección de los muertos (Hechos 17:22-33), o como Porcio Festo, procurador de Judea, expresó tajantemente al oír la defensa de Pablo ante el rey Agripa: “Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco”, más Pablo, lejos de gloriarse en una locura bendita, respondió: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura” (Hechos 26:24-25), porque para el nacido de nuevo, aquel que por Gracia puede ver y entrar al Reino de Dios, la palabra de la cruz no es sólo poder y potencia de lo alto, sino también cordura. Sin ir más lejos, en el capítulo XVI de su libro “Historia del Avivamiento Pentecostal”, el Pastor Willis Hoover hace suyas las palabras de Pablo ante Festo, en medio de una serie de intercambios epistolares producto de su salida de la Iglesia Metodista Episcopal.

En otra de sus cartas a iglesia en Corinto, Pablo vuelve a mencionar la locura (siempre considerando nuestra clásica versión Reina Valera); pero en esta ocasión, para presentar ante ellos sus credenciales de apóstol (2a Corintios 11). Y esto, debido a que la iglesia en Corinto toleraba de buena gana a predicadores itinerantes que llegaban haciendo alardes de sus propias credenciales, muchas veces fraudulentas, y que, adicional a eso, hablaban de otro Jesús, tenían otro espíritu, y predicaban otro evangelio. Por esta razón le fue necesario a Pablo recurrir a la “locura” de exponer ante los corintios sus credenciales como apóstol, siendo esta misma iglesia parte de los frutos de su apostolado. Aquí una vez más, no hay referencia alguna a la locura como algo bendito.

Por último, volviendo una vez más a la primera carta de Pablo a los corintios, en los capítulos 12 al 14, capítulos que todo pentecostal debería estudiar a fondo; el apóstol enseña que los dones espirituales deben ser ejercidos en amor, marco que deja establecido en el capítulo 13, de manera que sean para edificación del cuerpo de Cristo y para honra del Señor frente a los incrédulos. Porque… “Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?” (1a Corintios 14:23), y esto Pablo no lo dice a manera de halago, sino de reprensión; ya que no hay bienaventuranza alguna en este juicio de los incrédulos, no hay tal cosa como una locura bendita.   

Soy amante de la libertad con la que los pentecostales vivimos nuestra adoración, pero creo firmemente que esta libertad se debe ejercer de forma sabia, y que nuestra adoración no debe perder su sustancia

Y así podríamos continuar con muchas otras referencias relacionadas a la locura, tanto en el antiguo como en el nuevo testamento, y en ningún pasaje es presentada como algo positivo. Ahora bien, ¿por qué gastar el tiempo explicando lo que para más de alguno son obviedades? ¿busco con esto apagar el fervor pentecostal? Muy por el contrario, soy amante de la libertad con la que los pentecostales vivimos nuestra adoración a Dios, pero creo firmemente que esta libertad se debe ejercer de forma sabia, y que nuestra adoración no debe perder su sustancia. Los capítulos citados anteriormente de la primera carta a los corintios, son un perfecto margen para esta libertad. Los dones espirituales, regalos tan preciados de Dios a la iglesia en el nuevo Pacto, deben edificarla y no turbarla, deben mostrar a los incrédulos la grandeza del Dios al cual servimos, y no el sinsentido de nuestra fe. 

Tenemos un problema importante, cuando aquellos que por gracia hemos entrado al Reino de Dios, creemos que el misterio que ha sido mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ahora ha sido manifestado y dado a conocer a todas las gentes por medio de las Escrituras, según el mandamiento del Dios eterno (Romanos 16:25-26), es una locura, aunque sea una bendita locura. Dejemos a los impíos ese juicio infundado. No caigamos en el error de banalizar o degradar aquello que es Santo y Glorioso, incluso cuando Dios obre de formas poco convencionales. 

Y en lo tocante a la adoración, que no sea la locura el pretexto por el cual permitamos ser manipulados por inescrupulosos que buscan el llanto fácil o generar meras catarsis en las congregaciones, no sea que seamos hallados ofreciendo un culto irracional a quien merece todo honor. Pero si hemos de expresar nuestro gozo a la manera pentecostal, con nuestras danzas y aleluyas, que sea únicamente en el profundo deleite que encontramos en la persona de Cristo y en su Evangelio, que sea en la profunda convicción de que lo hacemos delante del Dios que nos escogió para ser una nación santa y un real sacerdocio, porque sólo delante de Él vale la pena quedar en ridículo e incluso ser humillados, ante los ojos de aquellos que no les ha amanecido. Sólo en una fe de tal dignidad, la fe en el unigénito hijo de Dios, puede hallar deleite nuestro espíritu y también nuestro intelecto; sólo en la contemplación del misterio revelado, puede unirse nuestra voz a la del apóstol y expresar:

¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén. (Romanos 11:33-36).

Pero si hemos de expresar nuestro gozo a la manera pentecostal, con nuestras danzas y aleluyas, que sea únicamente en el profundo deleite que encontramos en la persona de Cristo y en su Evangelio

También te invitamos a escuchar el capítulo del podcast del mismo tema de La Última Banca

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