Cambios considerables en el pentecostalismo peruano II – Por Pedro López

Plaza de Armas, Lima, Perú.

[Este artículo es la continuación de una entrada publicada anteriormente, la cual puede revisarse aquí: https://pensamientopentecostal.wordpress.com/2017/07/17/cambios-considerables-en-el-pentecostalismo-peruano-i-por-pedro-lopez/ ]

 

IV. CAMBIOS EN EL PENTECOSTALISMO PERUANO

Todo lo que está en movimiento experimenta cambios, y como movimiento religioso, el pentecostalismo se ha ido transformando en varios aspectos. Algunas crisis y cambios en las sociedades latinoamericanas explican en parte algunas de estas transformaciones13. En este tiempo de “multiplicación de las ofertas religiosas” y de “descularización del mundo”, las iglesias pentecostales han experimentado también muchos cambios14. Pareciera que los cambios que acontecen en el mundo contemporáneo están afectando al rostro del pentecostalismo, ocasionando en él cambios que en muchos casos son positivos y edificantes para el movimiento pero que en otros, debilitan (y hasta distorsionan) la identidad del pentecostalismo, provocando confusión y un desenfocarse de la misión principal que le caracteriza. A continuación quiero compartir tres cambios que más de un observador atento ha podido apreciar en el movimiento pentecostal peruano. Lo que a continuación compartiré tiene como base la experiencia del autor en congregaciones de distintas denominaciones pentecostales, tanto de la costa, como de la sierra y selva del Perú. Además, de testimonios de líderes y teólogos pentecostales quienes están atentos a estas nuevas características que van surgiendo en el pentecostalismo y que trabajan buscando explicaciones y respuestas para un mayor entendimiento del actual pentecostalismo peruano.

4.1 Un mayor interés por una formación teológica no fundamentalista

Se puede apreciar en un importante número de ministros pentecostales, líderes juveniles y laicos, el interés por la formación teológica “no convencional”, es decir, por una teología apartada del fundamentalismo, que invita a razonar y a ser críticos ante la realidad que nos toca vivir, una teología ecuménica y en dialogo con otras ciencias, otras confesiones cristianas y hasta con otras religiones. Son numerosos los pentecostales que estudian por ejemplo en la Facultad de Teología y Religión (AETE-antes Recinto UBL, Lima). Según el rector de dicha Facultad15, lo que atrae a los pentecostales es la propuesta ecuménica y en algunos casos el título universitario16. Por otro lado, a la UBL de Costa Rica viaja una buena cantidad de estudiantes pentecostales que no tienen ningún problema con estudiar teología echando mano de métodos como la crítica bíblica, literaria e histórica. No tienen problemas con leer a autores liberales y a dejarse desafiar por profesores no pentecostales que sustentan temas como el diálogo interreligioso, la teología de la liberación, la homosexualidad, la participación cristiana en movimientos sociales, entre otros temas.

Los seminarios pentecostales, por su parte, vienen permitiendo que profesores egresados de instituciones teológicas con propuesta ecuménica dirijan cursos, preparen módulos y dicten conferencias a sus alumnos. Este es el caso del Seminario Bíblico Andino, de las Asambleas de Dios del Perú; del Seminario Bíblico Pentecostal, de la Iglesia Evangélica Pentecostal del Perú; del Seminario Bíblico Rhema, de la Iglesia Pentecostal de Jesucristo y del Seminario Bíblico Gamaliel, de la Iglesia de Dios del Perú. Claro, en las instituciones más conservadoras como el Seminario Bíblico Andino aún subsiste una dependencia de los manuales y libros extranjeros. Por ello, hasta nuestros días es difícil que se pueda hablar de una teología pentecostal contextual, es decir, una teología forjada en nuestras tierras para responder a nuestros problemas pastorales, éticos, misioneros y políticos. Este sigue siendo uno de nuestros grandes desafíos.

Debido a esta presencia pentecostal en instituciones ecuménicas, una nueva conciencia liberadora se está forjando en muchos estudiantes, la mayoría jóvenes, que han empezado a trabajar por cambios en sus congregaciones, cambios que tienen que ver con el involucramiento más activo en la sociedad, la participación en protestas sociales, intervenciones en jornadas ecuménicas e interreligiosas y una nueva lectura de la Biblia, utilizando métodos de estudio más liberadores y contrarios a los fundamentalistas.

No creemos que lo descrito por el chileno Daniel Lobos17 sea ley general en el pentecostalismo clásico. Hablando de los desafíos que presentan los estudiantes pentecostales cuando realizan estudios teológicos de nivel universitario, él menciona que

Muchos centros académicos ceden a la tentación de “enseñar” a pensar al alumno pentecostal, con lo cual lo desinstalan de su identidad, convirtiéndolo al modo “legítimo” de reflexionar la fe que, por supuesto, es la del plantel. Una vez “convertido” intelectualmente, el estudiante sufre serias crisis de fe, las cuales lo harán desertar o de sus estudios teológicos o de la iglesia. En caso de seguir en el plantel educacional convencido de que es lo mejor cuestionará su “anterior” sistema de creencias. El paso siguiente será entrar en conflicto con el discurso de la iglesia y sentirse desadaptado dentro de ella. Yéndose por ese camino no será raro que abandone la congregación a la cual pertenecía.

Es la experiencia del autor y de muchos otros líderes pentecostales que han estudiado con él, que los estudios teológicos de nivel universitario representan para el alumnado pentecostal un desafío positivo, remunerador y “de buen sabor” para sus experiencias con Dios pues la Biblia representa para el pentecostal el centro de su vida espiritual, su único alimento y su fuente de fortaleza, de allí que estudiarla seriamente es para los pentecostales algo serio y de muchos beneficios, espirituales e intelectuales. Se ha podido apreciar en estos últimos años un deseo por estudiar de manera más racional la Palabra de Dios, aunque ello cueste -en muchos casos- la desaprobación de los líderes y de la denominación.

Creemos además que este tipo de formación teológica académica es la que contribuye a que temas como la presencia de los creyentes  en movimientos sociales y en la arena política, o asuntos como la incursión en la lucha por los derechos humanos y la participación en la defensa de la institucionalidad democrática en situaciones de crisis política18, sigan formando parte de la agenda misionera de un número creciente de iglesias pentecostales; y ya que la formación teológica y la apertura ecuménica están muy interrelacionadas en el pentecostalismo pues, la promoción de la primera conduce a la segunda (aunque no siempre de manera automática)19 también creemos que este tipo de formación podrá brindarle al movimiento una nueva generación de líderes que se comprometan con el ecumenismo y que sin temores se conviertan en interlocutores válidos de la experiencia pentecostal ante el movimiento ecuménico y ante las demás religiones.

  • Un mayor interés por lo social

Un sociólogo peruano20 afirma que

sociológicamente, el pentecostalismo es una respuesta de rechazo frente al mundo. Se rechaza al mundo porque se lo considera atrapado por el demonio y sus legiones del mal, quienes han sembrado el pecado, el cual, a su vez, es la causa de todos los males de la sociedad: prostitución, delincuencia, drogadicción, pobreza, corrupción, etc.

Esta descripción, aunque muy cierta, tiende a estar cambiando en los últimos años mayormente entre la juventud pentecostal. No cabe duda que el impacto de la Teología de la Liberación se ha dejado sentir también en las iglesias pentecostales peruanas. Esto explica los notables cambios que se están viendo en líderes y congregaciones pentecostales en diferentes ciudades del Perú.

Aunque el rechazo al mundo y a todo lo que tiene que ver con el involucramiento en la sociedad sigue presente en gran parte del pentecostalismo peruano, en diferentes denominaciones se pueden apreciar acciones concretas de promoción social a aquéllos  que aún están fuera de la iglesia.

Las Asambleas de Dios por ejemplo, en su camino a la labor social, comenzaron primero atendiendo a sus pastores que se encontraban jubilados y en estado de abandono, sin vivienda y sin tener a alguien que los ayudaran en sus necesidades diarias. A ellos se les entregaba una ofrenda mensual y se buscaba las formas de asegurarlos al Sistema Integral de Salud (SIS). Posteriormente, este tipo de atención abarcó también a los hermanos de condiciones precarias, mayormente de provincias, que estando en Lima por motivo de alguna Convención Nacional, recibían de manera gratuita corte de cabello, limpieza de oídos y uñas, donaciones de ropa y víveres, chequeos generales, entre otras atenciones por parte de la iglesia en Lima. Recién en Mayo de este año, la denominación, en consulta con el liderazgo nacional, elaboró un Manual titulado “El Ministerio Pastoral Integral” en el cuál se presentan las nuevas líneas de acción social que la denominación integrará a su vida eclesial. Aquí, acciones contra la violencia familiar, infantil y de género, además de acciones concretas en beneficio de poblaciones empobrecidas, con la ayuda de organismos internacionales21, se encuentran definidos y a punto de empezar a ser aplicados.

En la Iglesia de Dios del Perú también se han producido cambios significativos en su horizonte teológico y en su práctica social. Seis de sus congregaciones localizadas en los barrios más pobres de la ciudad de Lima tienen programas de servicio integral a todas las necesidades humanas y atienden asuntos clave como la alimentación, la salud y la educación de los niños en esos lugares22. Por otro lado, la Iglesia Pentecostal de Santidad (Pentecostal Holinnes Church), una denominación con 17 años de presencia en el Perú cuenta con programas de ayuda social en lo que se refiere a campañas médicas para personas que no son de la iglesia. En lugares necesitados de Ventanilla, Ancón, Pachacámac y en la selva peruana periódicamente se realizan estas campañas que son sostenidas gracias a las donaciones de medicinas por parte de los hermanos y de algunas iglesias norteamericanas. Cuando llegan misioneros norteamericanos se visitan colegios y se ofrecen a pintarlos, se obsequian útiles escolares y en ocasiones víveres.

También, la Teología de la Liberación ha podido influenciar en personas individuales como pastores y líderes llevándolos a, solos o en asociación con hermanos de otras denominaciones (en algunos casos, no pentecostales), brindar ayuda y socorro a zonas que están siendo golpeadas por el clima o por algún desastre natural en el interior del Perú. Este es el caso del joven pastor de la Iglesia de Dios del Perú, Carlos Cabezas, que preside la Mesa Evangélica Juvenil (MEJ), una agrupación ecuménica que moviliza a los jóvenes a tomar acción en la sociedad, a través de la ayuda humanitaria, intervención en la toma de decisiones en diferentes municipios de Lima y en actividades ecuménicas con las iglesias.

Estos ejemplos, y muchos otros no citados aquí, pero que se vienen dando en diferentes partes del país y que tienen como protagonistas nada menos que a las mujeres pentecostales, demuestran que hoy, sectores del pentecostalismo cuentan con un liderazgo más concientizado políticamente y con una sensibilidad social que se manifiesta de muchas maneras23. Hoy día, hay una nueva generación de pentecostales más consciente de su ciudadanía y que va dejando atrás las falsas dicotomías que separaban lo individual de lo colectivo, lo personal de lo social, lo religioso de lo secular y lo sagrado de lo profano24.

  • Una neopentecostalización del pentecostalismo peruano

 

Sé que la frase suena un tanto confusa, pero esto es algo que se viene produciendo en muchas iglesias pentecostales peruanas, mayormente en las de la capital. Con neopentecostalización de las iglesias pentecostales me refiero a la fuerte influencia que las enseñanzas típicas de las iglesias neopentecostales (o carismáticas) están ejerciendo sobre sectores significativos del pentecostalismo peruano. Además de las enseñanzas (teología, doctrina) el estilo de culto y liderazgo (organización) neopentecostal se va haciendo muy visible en numerosas iglesias pentecostales peruanas.

En Latinoamérica el movimiento neopentecostal representa el sector cristiano que crece con mayor rapidez. Se caracteriza por estar constituido por iglesias independientes, que se agrupan por redes (para ellas, los concilios o fraternidades son algo pasado de moda) y que son lideradas por un pastor-fundador acompañado de su familia. Carecen de teología seria y poseen un liderazgo de corte “piramidal” y autoritario. Creen, al igual que los pentecostales, en el bautismo en el Espíritu y la glossolalia aunque muchas congregaciones neopentecostales están haciendo a un lado la doctrina de “la evidencia inicial”.

En octubre del 2008, los adventistas pentecostales brasileños en su revista Folha Promessista25 identificaban los cuatro puntos teológicos característicos del movimiento neopentecostal:  1. Teología de la Prosperidad, 2. Confesión Positiva, 3. Maldiciones Hereditarias, 4. Posesión de creyentes (o también llamada “guerra espiritual”). A estos puntos le podemos añadir dos más: La sanidad interior (“del alma”) y el famoso “Modelo de los 12” (G12). Estos puntos teológicos son los que dan identidad a este movimiento que surge a mediados de los 70, de manera simultánea en diferentes partes del mundo, pero que en Perú recién aparece en 1983.

En el culto neopentecostal pareciera que el ser humano pasa a ser el centro (antropocentrismo), pareciera también que todo es para él (letras de las canciones, el mensaje de la Palabra, testimonios) y que es realizado con la intención de satisfacer sus propias necesidades. Es decir, es un culto que busca captar la atención del hombre, ya no de Dios. Como lo dijera Miguel Ángel Palomino26:

El culto renovado o neopentecostal, donde abundan los coros de alabanza, tiene mucho parecido con la del pentecostalismo clásico, pero incorpora nuevos componentes a fin de conseguir más emocionalismo y dramatismo, lo cual es buscado y apreciado por los creyentes (cursivas del autor).

A continuación describiremos brevemente los cambios que el neopentecostalismo está produciendo en el pentecostalismo peruano.

4.3.1 En lo doctrinal

La teología de la prosperidad, la práctica de la guerra espiritual, la ministración de la sanidad interior (o “del alma”), la cancelación de maldiciones hereditarias y la confesión positiva en la actualidad están presentes en el discurso de un buen porcentaje de pastores pentecostales. Muchas de estas enseñanzas y prácticas no formaron parte de la praxis, ni de la identidad pentecostal peruana, ni latinoamericana, en los orígenes del movimiento hasta hace una década atrás aproximadamente, pero ahora están siendo bien recibidas por congregaciones pentecostales que ven en ellas una especie de revitalización o avivamiento del Espíritu que prometen multiplicación “instantánea” y una nueva imagen pentecostal ante la sociedad.

Hablando de lo ajenas que son estas enseñanzas al pentecostalismo, Darío López afirma que estas no son precisamente una fabricación pentecostal y no reflejan ni la teología común a todos los pentecostalismos ni las expectativas sociales y políticas que estos tienen en distintos contextos históricos27.  Es más, López los llama “contrarios al anuncio pentecostal, aquél que presenta a Cristo salvador, sanador, bautizador con el Espíritu y como Rey que vuelve otra vez, puesto que en este mensaje neopentecostal, junto con las “técnicas de mercadeo”, casi no se anuncia el regreso del Señor, ya que enfatizan más bien el “reino ya” o la idea de que se puede construir el reino de Dios aquí en la tierra, sin necesidad de predicar la esperanza bienaventurada del regreso del Señor28.

Es tan evidente que enseñanzas como la Teología de la Prosperidad y la Guerra Espiritual por ejemplo, son ajenas al pentecostalismo clásico que el teólogo bautista peruano Martin Ocaña29 les responde con un rotundo “no” a quienes las intentan asociar a una “teología pentecostal”. Él afirma que quienes piensan que la presencia de estas enseñanzas en iglesias evangélicas no pentecostales merece ser llamado “pentecostalización” están confundiendo o desconociendo “las enormes diferencias entre ese pentecostalismo antiguo o clásico con ese nuevo pentecostalismo mágico…”.

En la capital peruana, Lima, congregaciones de la Iglesia de Dios del Perú (IDP) fueron influenciadas por estas doctrinas en la década de los noventas. Esta influencia vino a través de pastores que visitaban congregaciones neopentecostales a fin de conocer “el secreto del éxito ministerial”. Ellos empezaban a llevar a sus congregaciones la Teología de la Prosperidad, la Guerra Espiritual, la Sanidad del Alma y la creencia de que todos heredamos maldiciones ancestrales. Los fieles no se percataban de los cambios teológicos y los aceptaban fácilmente debido a esa “fe” que el creyente pentecostal le tiene a su pastor. A través de los profesores del Seminario Bíblico de esta denominación, estas enseñanzas también lograron filtrarse en muchas congregaciones. Es fácil hallar congregaciones de la IDP influenciadas por estas enseñanzas por la zona norte de Lima, en el distrito de Los Olivos por ejemplo, tan fácil que un líder juvenil de esta zona afirma que la Guerra Espiritual se observa mucho en las iglesias, ella es muy común30. Esta influencia es poco vista en iglesias de provincia.

En congregaciones de Asambleas de Dios se ven hoy en día los conocidos “Encuentros”, en los cuales se ministra Sanidad del Alma, la liberación de creyentes y la cancelación de maldiciones hereditarias, cosas desconocidas por los pentecostales de antaño. Algunas congregaciones preparan días especiales para ministrar estos puntos a sus miembros. Es muy normal que la congregación más grande de esta denominación realice cada cierto tiempo “Congresos de Guerra Espiritual” con oradores neopentecostales, nacionales y extranjeros.

4.3.2. En lo cultual

Esta neopentecostalización del pentecostalismo también se puede observar en la forma del culto. López hablando de la diferencia entre un culto pentecostal y neopentecostal dice que

los cultos de las Iglesias pentecostales siempre han sido cultos participativos en los cuales todos los creyentes pueden cantar, predicar, dar testimonio y orar públicamente. En las iglesias carismáticas y neo carismáticas los cultos son dirigidos por los “especialistas”, las prédicas se parecen más a conferencias masivas orientadas a subir la “autoestima” de los fieles, se recorta la participación de ellos en el púlpito (los cantos especiales, los testimonios o las oraciones), y los cantos parecen ser una suerte de gimnasia colectiva que los desconecta de la realidad en la que viven31.

Asombrosamente, las descripciones hechas por López de las iglesias neopentecostales bien podrían ser aplicables a muchas iglesias pentecostales de la capital peruana. Los cultos se asemejan a conferencias, en las cuales el tema central se basa en la búsqueda de soluciones prácticas para los problemas de la vida cotidiana, o en “n” pasos para alcanzar la plenitud financiera, etc. Los temas clásicos pentecostales como la santidad, la persona del Espíritu Santo, la obra de Cristo en la cruz, entre otros, ahora son dejados para la Escuela Dominical. Esta transformación del culto está haciendo que los dones del Espíritu ya no estén presentes en las reuniones32.

¿Cómo es un típico culto pentecostal peruano? El investigador Frans Kamsteeg33 nos ofrece una descripción que, aunque sea del 1987, sigue siendo vigente para nuestra época. La siguiente descripción se basa en lo observado en una iglesia pentecostal ubicada en la ciudad de Arequipa:

Comienza el servicio con la lectura de un salmo y con una oración más. Después se retira el pastor. Uno de los hermanos o hermanas se adelanta para dirigir los cánticos; esto puede durar bastante, y la mayoría de las veces puede acabar con una oración prolongada, a lo largo de la cual los creyentes entran ya en éxtasis, “hablan en lenguas”, “danza en el Espíritu” (a través de los cuál los fieles pasan a una especie de trance), y hasta se escuchan profecías en esta parte del culto… Mientras se desarrolla esta profecía los fieles permanecen en silencio, pero en cuanto ésta ha terminado, estalla la plegaria de agradecimiento. Cuando la oración está llegando a su fin, viene el momento para los especiales (súplicas). Todos pueden adelantarse para cantar una canción, dar un testimonio de algo que le ha ocurrido a él o a ella durante la semana “por la mano de Dios” o hacer un pedido de intercesión especial a la congregación para problemas o proyecciones personales. Si hay necesidad se canta nuevamente en conjunto un “coro” y se hace una colecta… [luego] se cierra el evento con la prédica.

A simple vista saltan los elementos de la dinámica pentecostal: Oraciones y canticos prolongados, dones del Espíritu (lenguas, profecías, danza en el Espíritu), participación espontánea de los creyentes en el desarrollo del culto a través de testimonios u oraciones especiales. Ahora bien, visitando numerosas congregaciones  y pidiendo testimonios de hermanos de otras denominaciones pentecostales, he podido observar una ausencia (en la mayoría de los casos total) de esta dinámica pentecostal. Y es que con un nuevo estilo de culto (el neopentecostal), en donde se pone como prioridad un mensaje completamente motivacional (ahora llamado “conferencia”) y en donde se busca además, proyectar una imagen agradable a los que visitan por primera vez la congregación, las manifestaciones sobrenaturales no tienen más espacio, pues ellas “asustan” y alejan a los que visitan por primera vez la congregación pentecostal.

La conocida denominación pentecostal clásica, la Iglesia Cuadrangular, aquélla fundada por la famosa evangelista norteamericana Amy Simple McPherson pocos años después del avivamiento de la calle Azusa, en Lima es abiertamente neopentecostal en su forma de alabanza y dirección del culto. La congregación principal de esta denominación en Perú está ubicada en uno de los distritos de la clase media alta limeña, y sus cultos sobresalen por el uso de la tecnología, las luces, la predicación motivacional y una alabanza contemporánea. Difícilmente se llaman pentecostales, sólo usan el título “cristianos” para auto designarse.

Este tipo de iglesia “modernizada” hace del culto un acto de “recibir de Dios su bendición” y ya no de “darle a Dios la adoración”. Este es un elemento que se debe tener en cuenta     -afirma Miguel Ángel Palomino- pues este hecho hace que el culto renovado sea diferente de la mayoría de cultos tradicionales donde los creyentes simplemente no esperan que nada de esto suceda. Tal vez aquí está la explicación del porqué tanta gente se siente atraída por estas iglesias34. Pero este tipo de culto también hace que toda esa gente atraída a él, viva un cristianismo individual ya que esta forma de vida devocional alienta la individualidad en lugar de la comunidad en la adoración, como lo menciona Verónica Pérez35 cuando escribe de la diferencia de un culto pentecostal y uno neopentecostal:

Esta nueva forma de iglesia es más individualista, basada en que las personas que asisten muy difícilmente se conocen unas a otras, vienen de muy lejos con el propósito de que no se vinculen en sus vidas, e inspiradas en la teología de la prosperidad.

Esta nueva forma de ser iglesia es la que está comenzando a verse en el pentecostalismo peruano. Muchos creyentes lo ven positivo: “Es un paso que el pentecostalismo debe dar en esta época posmoderna si es que quiere seguir influenciando y ser relevante en esta generación”. Otros lo ven con preocupación, afirmando que se está perdiendo mucho de la identidad original del movimiento. Pareciera que no nos bastara con la ya numerosa pluralidad teológica que el pentecostalismo posee desde sus comienzos, que a ello el neopentecostalismo desea añadirle un poco más de “pluralidad”.

4.3.3. En lo organizacional

Hoy en día, congregaciones de las Asambleas de Dios, practican el modelo del G12: Sus congregaciones se ordenan teniendo al pastor y su esposa como líderes máximos, seguidos por su equipo de doce líderes y cada uno de esos doce líderes está en el deber de formar sus propios equipos de doce líderes y así sucesivamente. Las células (o “casas de paz”) han reemplazado a las “reuniones en casa” y a los “grupos pequeños” (ahora la palabra “pequeño” está prohibido, pues Dios quiere el crecimiento sin límites para su Iglesia). El sacerdocio de todos los creyentes, algo que el pentecostalismo reavivó en sus orígenes, se ve anulado debido al liderazgo piramidal que se ejerce en este modelo “de los doce”.

Un deseo desmedido por el crecimiento y la multiplicación numérica ahora es parte de mucha población pentecostal. Hay que crecer no porque se debe extender el Reino de Dios para salvación, justicia, restauración y liberación de la sociedad encadenada al vicio y al pecado, sino porque Dios desea que sus pastores sean líderes de mega-iglesias, eso es lo que hoy mueve a muchos líderes pentecostales peruanos y en gran medida, el G12 es responsable de este cambio de mentalidad.

Otro hecho sorprendente, que podría llevar a un buen número de iglesias pentecostales a un cambio en lo organizacional, se está empezando ver en nuestro movimiento: Si antes, en el pentecostalismo peruano, era tenido como sospecha el movimiento apostólico y profético, aquél que afirma que “toda iglesia debe estar bajo la cobertura de un apóstol” y que “los profetas son la voz de Dios para la iglesia y que toda iglesia debe guiarse por ellos” hoy los apóstoles y profetas son bienvenidos entre las más importantes iglesias pentecostales peruanas. A más de un observador causó sorpresa, por ejemplo, ver al nuevo Superintendente Nacional de las Asambleas de Dios del Perú promocionando y dando la bienvenida en el aeropuerto de Lima al profeta nigeriano T. B. Joshua y participando en primera fila, junto con otros superintendentes, en su Cruzada de Milagros realizada en uno de los principales estadios de football de Lima. Pero este acercamiento asambleísta a lo neopentecostal no queda allí, ahora es muy común observar al mismo Superintendente predicando en congresos de Guerra Espiritual junto con apóstoles peruanos, como Javier Loayza.

Sucede hoy lo que Bernardo Campos36 describió en su artículo El Ministerio Quíntuple y la Restauración del Ministerio Apostólico:

Líderes o dirigentes destacados de iglesias pentecostales, incluso de iglesias históricas con sed de renovación, están aceptando la restauración del ministerio apostólico y su instauración en el marco de sus denominaciones religiosas. Esto les ha llevado a cambiar la nomenclatura de su liderazgo nuevamente, pues ya en un pasado reciente algunos líderes pasaron de ser “Presidentes Nacionales” (estructura democrática) a “Obispos Presidentes”, adoptando así una estructura episcopal. Ahora sucede que están pasando de ser “Obispos Presidentes” a “Apóstoles”.

Estos cambios en el pentecostalismo peruano, y de manera asombrosa, en una de sus principales iglesias, nos lleva a preguntarnos sobre nuestra identidad como movimiento y sobre nuestras particularidades, pues el asunto no es sólo el que líderes importantes de una denominación pentecostal participen en eventos neopentecostales y compartan púlpitos fraternalmente, sino que el asunto real es lo que está detrás de ello: La aceptación de los postulados neopentecostales, que en su mayoría discrepan del mensaje pentecostal original. Nos lleva a preguntarnos también si el pentecostalismo clásico dará un giro en su práxis eclesiológica y empezará a considerar y a “levantar” entre sus filas a profetas y apóstoles, cambiando así quizás, su estructura y doctrina denominacional.

CONCLUYENDO

 

Como vemos, el pentecostalismo peruano ha venido experimentando cambios significativos en su práctica pastoral, en su discurso teológico y en sus formas de hacer misión. Estos cambios indudablemente le están dando un nuevo rostro público y tal vez una identidad nueva, distinta a la que ha poseído desde sus orígenes. Sabemos que el pentecostalismo es un movimiento heterogéneo, con muchos matices y con distintos énfasis denominacionales, pero que está unido como hemos visto, por su convicción firme en el poder actual del Espíritu Santo y la manifestación de sus dones para la liberación de la sociedad y la extensión del reino de Dios en la tierra.

Ahora bien, aunque los cambios positivos como la búsqueda de una formación teológica libre del fundamentalismo y la incursión en proyectos de bien social están comenzando a multiplicarse provocando una toma de conciencia y el empoderamiento de los pentecostales en nuevas áreas de servicio cristiano, vemos con preocupación la influencia neopentecostal en nuestras iglesias. Nos preguntamos si esto es perjudicial para la identidad del movimiento pentecostal peruano y si las consecuencias sobre las nuevas generaciones de creyentes pentecostales harán que estos sean parte de un pentecostalismo clásico ajeno a sus raíces teológicas y misionológicas.

El tema de la identidad pentecostal es un tema que se debe tratar con mucho cuidado. Hoy pueden verse muchas congregaciones pentecostales independientes denominándose a sí mismas “pentecostales/carismáticas”, y ya no pentecostales solamente. Con esto, sus dirigentes quieren dejar en claro que sí, ellos son pentecostales pero de los modernos, de los más actualizados, los renovados y libres del legalismo característico del movimiento pentecostal clásico. Se hace necesaria una reflexión por parte de los teólogos y pastores pentecostales en cuanto a nuestra identidad. Daniel Chiquete37 no exagera cuando nos advierte que

la identidad de las iglesias del llamado “pentecostalismo clásico” se encuentra amenazada debido a una arrolladora oferta emergente y confusa de variantes religiosas más o menos identificables con la pentecostalidad, pero que de fondo llegan a convertirse en su negación. Las marcas identificatorias de la identidad pentecostal se han ido desplazando paulatinamente de una espiritualidad basada en la riqueza de las experiencias carismáticas hacia formas más institucionales de organización y expresión de su fe, en unos casos, y de variantes extravagantes, en otros.

Esta identidad, que se manifiesta en el culto y que da forma a nuestra teología, al ser modificada cambiará inevitablemente la forma en que le damos adoración a Dios y nuestra forma en que entendemos la acción del Espíritu en la iglesia y en la sociedad. El culto, nos dice Darío López38, es el espacio común de producción teológica pentecostal, es en él dónde hacemos visible lo que creemos y afirmamos. El culto influye notoriamente en la forma de ser de los participantes, envolviendo todas sus experiencias de vida y no solo las religiosas. Determina la manera de asumir la vida, noción de mundo, enfrentamiento de las diversas problemáticas, sean de salud, de trabajo, de familia, etc.39. Es decir, el pentecostal cree lo que cree y es lo que es gracias a su culto. Por ello, al abrirle las puertas al neopentecostalismo, los pentecostales estarán quedando expuestos a una nueva teología y como afirmamos, a una nueva identidad.

El culto neopentecostal choca con el culto pentecostal, le es contrario y por lo tanto ambos producen teologías e identidades contrarias. El primero tiene espectadores pasivos mientras que el segundo cuenta con participantes cien por ciento activos gracias a la democracia de la Palabra y del Espíritu. Hablando de quién tiene el papel más relevante en el culto pentecostal de la ciudad de Arequipa, o los especialistas religiosos o los laicos, Kamteeg40 afirma que ambos poseen este papel relevante pues “la posición de poder está abierta para cualquier creyente común. La base para esto es la vocación divina que puede recaer sobre los creyentes individuales. Es significativo para el pentecostalismo que los laicos apelen a esta vocación para asumir funciones dentro de la congregación y/o emprender actividades”. Este ministerio democrático de la Palabra y del Espíritu no es algo que se pueda apreciar en los cultos del neopentecostalismo.

Esta una tarea pendiente y muy urgente la reflexión crítica y la contribución teológica e histórica dentro del movimiento pentecostal contemporáneo, debido a los nuevos desafíos que el pentecostalismo está encontrando en su peregrinaje por esta tierra, por ello creemos que la juventud pentecostal peruana puede aportar mucho en esta labor de reflexión debido a que son ellos los más interesados y dispuestos a contribuir en estos procesos. Serán los centros teológicos, las redes de intelectuales pentecostales (como RELEP) y los Foros de líderes pentecostales (como el FPLyC) los responsables de seguir ofreciendo a más pentecostales, y no a un número reducido de caras conocidas solamente, la oportunidad de aportar a esta reflexión, producción y divulgación de nuestra identidad a fin de que en este centenario pentecostal peruano podamos ofrecer a la familia cristiana en general un rostro y una voz, que sean fieles a las que nuestro movimiento recibió cuando comenzó en la historia.

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Notas

25 Folha Promessista, pp. 8,9. Octubre, 2008. Folha Promessista es el órgano informativo de la región paulistana leste de la Iglesia Adventista de la Promesa.

26 Palomino, Miguel Ángel. ¿Qué le pasó al culto en América Latina? p. 34, Puma, 2011.

27 López, Darío. Pentecostalismo y Misión Integral. Teología del Espíritu, teología de la vida, p. 107, Puma, 2008.

28 Ibid, 109.

29 Ocaña, Martin. Los banqueros de Dios, p. 31, Puma, 2002.

30 Conversación telefónica con Roberto Olazabal, líder juvenil de la IDP en el distrito de Los Olivos, realizada el día jueves 3 de noviembre de 2016.

31 López, Darío. Pentecostalismo y Misión Integral. Teología del Espíritu, teología de la vida, p. 110, Puma, 2008.

32 Consciente de esta realidad, Darío López expresaba en su cuenta de facebook el 6 de enero de 2016, su preocupación ante estos cambios bajo el título ¡Cuánto hemos cambiado!:

Las iglesias pentecostales no tenían ministerios ni ministros de alabanza, todo el pueblo cantaba, los cultos eran participativos y había horizontalidad en el canto. La democracia del Espíritu, más que un discurso, era una realidad visible. Los aleluyas y los gloria a Dios eran espontáneos, señal de una relación fresca y cotidiana con Dios, expresión visible y genuina de vigor espiritual. En los cultos pentecostales no había sonidos innecesarios ni estridentes de instrumentos musicales, ni “ungidos” dirigiendo los cantos, sino un pueblo que adoraba al compás del Espíritu, con cantos y palabras de alabanza nacidas del corazón, fruto de una experiencia espiritual intensa que daba cuenta de la presencia de Dios caminando en y con el pueblo de a pie reunido en el culto. El sacerdocio de todos los creyentes era una realidad cotidiana, una señal de la democracia en el Espíritu, todos los creyentes eran ministros y tenían acceso directo al Dios de la vida en el nombre de Jesús y en el poder del Espíritu. ¡Cuánto ha cambiado el contenido, la estructura, y la naturaleza festiva de nuestros cultos! En un porcentaje creciente de iglesias pentecostales de todas las denominaciones, ¡el espectáculo ha reemplazado al culto! ¡El exhibicionismo al encuentro con Dios! ¡Los profesionales del canto al canto libre del pueblo de a pie!

33 Kamsteeg, Frans. Pastor y Discípulo. El rol de líderes laicos en el crecimiento de las iglesias pentecostales en Arequipa, Perú. En: Algo más que opio. Una lectura antropológica del pentecostalismo latinoamericano y caribeño, pp. 103,104. DEI, 1991.

34 Palomino, Miguel Ángel. ¿Qué le pasó al culto en América Latina? p. 37, Puma, 2011.

35 Pérez, Verónica. Influencia y desarrollo del pensamiento pentecostal entre la juventud. En: Voces del pentecostalismo Latinoamericano No 1, p. 134. RELEP, 2003.

36 Campos, Bernardo. El Ministerio Quíntuple y la Restauración del Ministerio Apostólico. En: Voces del pentecostalismo Latinoamericano No 1, p. 153. RELEP, 2003.

37 Chiquete, Daniel. Escritos a tiempo y fuera de tiempo, p. 28, CEEP Ediciones, 2008.

38 López, Darío. La Fiesta del Espíritu, p. 31, Puma, 2006.

39 Castillo, Cecilia. Liturgia Pentecostal: Características y Desafíos del Culto Pentecostal Chileno. En: Voces del pentecostalismo Latinoamericano No 1, p. 177. RELEP, 2003.

40 Kamsteeg, Frans. Pastor y Discípulo. El rol de líderes laicos en el crecimiento de las iglesias pentecostales en Arequipa, Perú. En: Algo más que opio. Una lectura antropológica del pentecostalismo latinoamericano y caribeño, p. 111. DEI, 1991.

 

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