De homenajes y murmuraciones

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Por Benjamín Almendras*

El pasado sábado 23 de julio de 2022, la Iglesia Metodista Pentecostal de Chile de derecho público, llevó a cabo un «servicio especial» en conmemoración de los 19 años del fallecimiento del obispo Javier Vásquez Valencia.

El día jueves 21, cuando se publicó la invitación al evento en la página de Facebook de la Iglesia, la noticia no dejó indiferentes a los seguidores de dicha página, quienes casi de inmediato comenzaron a dejar comentarios criticando la realización de dicho evento, alguien acusó “idolatría”, otros pidieron que se pase la página respecto de la figura del obispo, otro preguntando si se trataría de una misa, y alguno afirmó que todo servicio debe ser dirigido a dar la honra únicamente a Dios. Ante esta lluvia de comentarios negativos, el administrador de la página debió limitar los comentarios cuando aún no pasaba ni una hora de haberse publicado la invitación.

El día y hora del evento se transmitió el culto también desde la página de Facebook de la Iglesia, y al poco rato, el administrador comenzó a borrar los comentarios negativos, para terminar limitando también los comentarios de los seguidores.

Obviamente, entendemos que no es una «misa» para pedir por su «eterno descanso», a la usanza católica romana, sino un simple homenaje y acción de gracias a Dios por su vida y su legado; pero más allá de los cuestionamientos doctrinales o teológicos que alguien pudiera tener sobre la realización de este tipo de actos, yo quiero destacar la reacción de los hermanos expresada en los comentarios que inmediatamente comenzaron a aparecer en esta publicación.

Ya no se trata de la misma gente que antaño aceptó y aguantó todo sin discernir las cosas. Ahora hay una nueva generación que se cuestiona las cosas, que exige explicaciones al liderazgo, y manifiesta su disconformidad y malestar cuando las cosas no se hacen bien o hay poca claridad. Tampoco se ve a los lideres, antiguos o actuales, como esas figuras idealizadas de antaño.

Todo esto también es señal de que los hechos dolorosos que han ocurrido en el último tiempo han dejado un aprendizaje en la hermandad. Esperemos que los pastores y líderes puedan alguna vez entender esto y asimilar ese mismo aprendizaje.

El año 2019, los medios seculares dieron a conocer el caso del obispo Eduardo Durán Castro (sucesor del obispo Vásquez como pastor de Jotabeche), divulgándose los montos de dinero que percibía en ofrendas y diezmos, los sueldos que pagaba a sus cercanos, su colección de automóviles de lujo y sus relaciones de pareja extramaritales.

Este año 2022, el mundo evangélico se conmovió con el reportaje de Meganoticias donde un ex pastor de esta misma denominación era acusado de abuso sexual. Ante eso, la actual administración no ha informado a la hermandad respecto de las acciones que se han llevado a cabo al respecto, si acaso se ha dado o no algún tipo de apoyo a las víctimas, si se ha investigado la existencia de más abusos o si se ha indagado posibles faltas a la ética por parte de los pastores que conocían el caso y tenían la obligación de intervenir.

Esta situación de incertidumbre provoca susceptibilidad en gran parte la hermandad, porque, como es lógico, se trata de hechos dolorosos que han traído desprestigio a los evangélicos, y muchos hermanos han sido confrontados por familiares, amigos y conocidos respecto de estos hechos, sin que puedan dar una respuesta satisfactoria, por el desconocimiento que hay.

Ya no están los tiempos para calmar a los hermanos diciéndoles que solamente tienen que orar y entregarle estas cosas al Señor, transmitiéndoles de manera muy amable y elegante que –en el fondo– es problema de las autoridades superiores de la Iglesia y no de los hermanos de la banca. La gente de ahora ya no es tan cándida para conformarse con eso, sino que quiere formarse una opinión a través de conocer los hechos y los fundamentos de las decisiones que se toman.

En el mundo evangélico ha sido normal rendir homenaje a quienes han sido sus líderes o han dejado una huella. Así, en el año 2017, cuando se cumplían 500 años de la Reforma Protestante, abundaron los homenajes a Martín Lutero, Juan Calvino y otros reformadores, sin que eso mereciera cuestionamiento alguno, aunque dichos actos pueden no hacerse en el contexto de un culto, salvo que el enfoque sea dar gracias a Dios.

Por eso, tal vez hubiese sido mejor comunicar con antelación y de manera detallada a los pastores esta idea de homenajear al obispo Vásquez, quienes hubiesen explicado la naturaleza y objetivo de este evento a sus congregaciones, y haber hecho un acto homenaje en un contexto diferente a un culto. De esta manera, teniendo informada a la congregación, se puede prevenir la murmuración, la que se produce por las conjeturas al no tener todos los antecedentes de un hecho trascendente. Pero, lamentablemente, prima aún la tendencia del liderazgo a querer imponer las cosas, sin dar mayores explicaciones, porque se espera que los hermanos se resignen frente a la incertidumbre y no que desarrollen el discernimiento.

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