Por Alberto Seguel Mena*
La saga ha llegado a su fin. La tercera parte de Dios no está muerto viene a culminar el exitoso y buen recibimiento que tuvieron sus 2 predecesoras y la verdad es que es un gran cierre.
Solemos comentar que las terceras partes nos vienen a confirmar que la primera entrega siempre es la mejor, pero Dios no está muerto 3 derriba categóricamente este creencia, siendo, sin lugar a dudas la mejor versión que hemos visto de esta cinta que inició el 2014 planteándonos la defensa de la fe.
Dios no está muerto 3 es distinta: es actual y me atrevo a decir que la versión más protestante de las 2 anteriores. Nos presenta un conflicto interno pastoral y un conflicto generalizado socialmente. Protestas, atentados, ataques, problemas legales, apedreos, son parte activa del film y de lo que están viviendo y que podrían vivir otras congregaciones en los años venideros.
El pastor Dave es, en esta ocasión, el protagonista de la historia. Una historia dura, cruel y compleja de llevar, pues ¿cómo se supone que actúas ante el asesino de tu pastor ayudante y mejor amigo? Y ¿cómo actúas cuando te quieren quitar el templo que tus padres te heredaron? Todas estas problemáticas aquejan al protagonista y al mismo tiempo desafían al espectador.
En este contexto gira la trama de la película, una trama bien urdida y bien pensada, que lleva a situarse en la posición del Pastor Dave, a empatizar con la situación vivida y hasta atreverse a definir qué hacer en su lugar.
“No puedes apagar el odio con más odio” es la frase que resume de mejor manera la idea central. En un mundo en que hay odio, racismo, discriminación, marchas y protestas de todo tipo, es necesario que el cristiano defienda sus creencias, su libertad de culto y que se respete lo que cree. Pero ¿de qué forma se está llevando esta defensa, de qué forma el cristiano pone el nombre de Dios por delante?
Sin lugar a duda, es recomendable ver esta película, a pesar de algunos problemas de efectos especiales propios de este cine incipiente, cumple cabalmente el objetivo que uno espera antes de verla. Está muy bien direccionada para su público, lleva la cuota perfecta de emoción y hasta tiene algunos espacios para las risas, pero lo más destacable es que deja claro la importancia de ser luz en la oscuridad y no volverse parte de la oscuridad.
Si fue parte de las dos entregas anteriores de Dios no está muerto o si nunca ha visto esta historia, esta tercera entrega debe estar si o si dentro de su listado de películas cristianas. Es la mejor, la más completa y la que nos dejará pensando en la labor del pueblo cristiano de mejor manera.
Invite a su pastor, invite un hermano de su congregación, y en especial recomiéndesela a los hermanos y hermanas problemáticos, esos a los que les gusta pelear en la tv, calles y marchas.
*Relacionador Público, Líder nacional Agrupación Juvenil Cristiana, miembro de la iglesia pentecostal Misión La Voz de Cristo.