Por Daniel Diaz Romero*
“El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová.” Jeremías 23:28
Conocer el futuro, anticiparse a los hechos, saber en detalle lo que viene y cuándo viene, ha sido un anhelo constante en el corazón humano. Si lo llevamos a nuestros contextos pentecostales, esto se acentúa mucho más, ya que la escatología, que es el estudio de las profecías relacionadas con el fin de los tiempos, es una de las áreas de la teología que más atención recibe en nuestras congregaciones. Ahora bien, si lo contextualizamos en la presente pandemia que estamos sufriendo por el virus SARS-CoV-2 (COVID-19), la incertidumbre ante lo que viene se acentúa muchísimo más, por lo que es de esperar que surjan toda clase de profecías a posteriori, en las que se asegura que todo esto fue predicho en detalle “en la congregación tanto, por el hermano tanto, y en tal fecha”. Quiero dejar algo en claro antes de continuar: en el pentecostalismo (o en los pentecostalismos, como algunos prefieren llamar), hay una serie de características que nos diferencian, como lo son la forma de alabar, la forma como se ve el bautismo por agua, y en casos excepcionales, incluso la soteriología (doctrina de la salvación), sólo por dar unos ejemplos; pero si hay algo que tienen en común prácticamente todas las iglesias pentecostales, es en la idea de que los dones dados por Dios a su Iglesia a través del Espíritu Santo, están presentes el día de hoy, tanto como lo estuvieron en la Iglesia del primer siglo. Esto significa que como buen pentecostal, creo que Dios aún hoy puede usar a nuestros hermanos en profecía, o con don de ciencia, para Gloria Suya, y para testimonio a los incrédulos de que Dios habita en medio de nuestras congregaciones. Tenemos un capítulo específico en 1ª Corintios 14 en que el apóstol Pablo nos muestra la forma mas sabia de administrar dichos dones. El problema sin embargo, es cuando el hombre hace abuso de estos dones, los falsifica o derechamente busca traer atención sobre sí mismo (“El que habla de sí mismo, su propia gloria busca…” Juan 7:18a); y es precisamente en situaciones como la que se vive hoy en el mundo entero, cuando ejemplos como estos abundan en nuestras iglesias y en redes sociales.
El más reciente ejemplo que ha sido profusamente compartido en redes sociales es una supuesta profecía dada por el ya fallecido Pastor David Wilkerson. Dicha profecía dice lo siguiente: «Veo una plaga viniendo al mundo, y los bares, las iglesias y el gobierno cerrarán. La plaga llegará a la ciudad de Nueva York y la sacudirá como nunca ha sido sacudida. La plaga obligará a los creyentes sin oración a la oración radical, a volver a sus biblias, y arrepentimiento será el clamor de los verdaderos hombres de Dios en el púlpito. Y de ahí saldrá un tercer Gran Avivamiento que barrerá a Estados Unidos y al mundo«. La profecía es del todo deseable, ya que muestra una luz de esperanza en medio de esta gran angustia que estamos viviendo a nivel global. Y que el foco de la profecía esté en la ciudad de Nueva York nos hace mucho sentido, ya que a día de hoy (9 de Abril) EE.UU. es oficialmente el país con más infectados a nivel mundial por el virus SARS-CoV-2 (con 450 mil infectados), y el estado de Nueva York concentra el 35.6% de los contagiados, y el 44.7% de las muertes a nivel nacional, y el foco principal se encuentra precisamente en la ciudad de Nueva York, con 4571 muertes. Sólo la ciudad de Nueva York ha sufrido más muertes oficiales por este virus, que cualquier otro país, siendo sólo superado por Italia, España, Francia e Inglaterra. Sin embargo, no tenemos forma de respaldar la veracidad de dicha profecía. La datan en el año 1986, y hay quienes aseguran que se encuentra en el libro escrito por el Pr. Wilkerson: “La Visión”. El problema es que dicho libro fue escrito el año 1973, y una de las primeras versiones en español es de 1975. Ahora, revisando el libro, la referencia que encontramos sobre epidemias (páginas 41 y 42, versión en español por Editorial Vida, 1975) la conecta con la India y Pakistán, en lugar de EE.UU. y Nueva York.
Intentando seguir el rastro a dicha profecía, finalmente encontré una predicación de Michael David Evans (Mike Evans), compartida el día jueves 2 de Abril del 2020 (Enlace: https://www.facebook.com/jerusalemprayerteam/videos/671460580092270/). En dicha predicación, entre el minuto 42 y 44, menciona una experiencia que tuvo con el Pr. David Wilkerson. Según cuenta, preparando ese sermón encontró en una vieja biblia, una nota que él había escrito en 1986 en un desayuno que tuvo con el Pr. Wilkerson. En aquella ocasión el pastor le compartió dos profecías: una de juicio contra Richard Dortch (pastor de las asambleas de Dios) y Jim Bakker (televangelista), quienes solo 12 meses después (en 1987) se vieron envueltos en un escándalo con cargos federales por fraude y conspiración; y una segunda profecía de juicio contra la ciudad de Nueva York (minuto 44), que dejó plasmada en una nota, la cual felizmente encontró preparando un sermón para abril del 2020. Y es esta nota la que se ha compartido estos últimos días en redes sociales. Es probable que muchos de los que leen estas líneas, no conozcan la reputación del hermano Evans, pero si estén familiarizados con la vida de piedad y ministerio del Pr. Wilkerson, quien, sin ser infalible, cuenta hasta hoy con muy buena reputación en el mundo pentecostal. Ahora, el problema de esta historia es que tiene como testigo único a Mike Evans, y David Wilkerson, única persona que lo podría desmentir, duerme en el Señor desde el 27 de Abril del 2011.
Esta supuesta profecía la tomo como ejemplo de las muchas profecías con las que conviven nuestras congregaciones, y que, como decía al principio, se multiplican en tiempos de desastres y angustia. El versículo que encabeza este artículo recuerda el tiempo de juicio en el que vivió el profeta Jeremías, en donde muchos corrían sin haber sido enviados, y profetizaban sin haber recibido mensaje del Señor (Jeremías 23:21). El falso profeta, que profetiza para su propia gloria, no viene sólo a traer una falsa paz y prosperidad al corazón del impío, infundiéndole ánimo y evitando que se aparte del mal; sino también muchas veces entristecen el corazón del justo, al cual Dios no entristeció (Ezequiel 13:22). Entonces, ¿qué hacer ante estas profecías? El consejo bíblico siempre ha apuntado hacia “probad los espíritus si son de Dios” (1ª Juan 4:1), y a juzgar a los profetas (1ª Corintios 14:29). Lamentablemente, por años en el mundo pentecostal se ha relacionado este ejercicio espiritual de discernimiento, con el pecado de la blasfemia contra el Espíritu Santo, razón por la cual muchos han renunciado a adorar a Dios con todo su ser, lo cual incluye nuestra mente y raciocinio. Además, por sobre todas estas profecías, la Iglesia cuenta desde hace muchos siglos con la palabra profética más segura (1ª Pedro 1:19), antorcha infalible en estos tiempos de oscuridad, y que ha llegado a nuestras lenguas por el sacrificio de muchos hombres de Dios del pasado. Hermanos amados, ¡Démosle el valor y la honra que merece!
Ahora bien, tocante al tiempo que estamos viviendo y su relación con las profecías del fin; el tiempo me ha enseñado prudencia en cuanto a los detalles que rodearán a la segunda venida de Cristo. Lamentablemente hay iglesias y hermanos a quienes las diferencias doctrinales en temas escatológicos, los dividen al punto de que no pueden reconocer a un hermano, perteneciente al mismo cuerpo de Cristo, en quien no abraza los detalles de su doctrina escatológica, y esta arrogancia y necedad no es exclusiva del mundo pentecostal. Si los que vivieron el cumplimiento de las profecías relacionadas a Cristo en su primera venida, les fue imposible discernir los tiempos, eventos y detalles que se estaban cumpliendo delante de sus ojos, hasta que les fue revelado por Dios mismo una vez la resurrección sea había llevado a cabo (Lucas 24:13-49), cuánto más difícil es que exista un hermano o congregación que tenga un conocimiento, respecto a los eventos que rodean la segunda venida de Cristo, al nivel que algunos presumen tener (llegando incluso a afirmar quien potencialmente sería el anticristo). Históricamente, todos aquellos que han intentado entrar en ese secreto, que sólo a Dios le pertenece, han sido rotundamente avergonzados. Sin embargo, la certeza que todo cristiano comparte, y que son parte del cimiento de nuestra fe, es que, así como el hijo de Dios se encarnó, vivió una vida justa, murió y resucitó al tercer día; Él un día volverá en Gloria y Majestad a juzgar al mundo con justicia, y a dar entrada en su Reino a sus escogidos.
Para finalizar, si bien es cierto que muchos aspectos que anteceden a su venida son explícitamente descritos por nuestro Señor Jesús en los evangelios (Mateo 24 y 25), los cuales incluyen pestilencias como el virus SARS-CoV-2 que azota al mundo estos días, junto con guerras y terremotos; también es cierto que las pestilencias, guerras y terremotos han acompañado a la humanidad desde el primer día que el evangelio del reino comenzó a ser predicado por todo el mundo. Sin embargo, debemos considerar que la inminencia del retorno de Cristo ha sido una esperanza ciertísima que ha acompañado a la Iglesia desde el primer siglo, y la enseñanza de Jesús en estos capítulos del evangelio de Mateo nos invita a la constante vigilancia. Así que hermanos, tengamos esta convicción: cada nueva guerra, cada nuevo terremoto, cada nueva plaga, como la que aflige nuestros corazones el día de hoy, nos acerca irreversiblemente al Glorioso retorno de nuestro Señor Jesucristo.
“Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”. Lucas 21:28
*PhD. en Química, Johns Hopkins University, USA. Miembro de la Iglesia Evangélica Pentecostal.