Por Juan Díaz Tricallotis*
La IEP en Venezuela
En la década de los años 70, y debido al incremento de los precios del petróleo, Venezuela comenzó a recibir un importante ingreso de recursos que le permitió desarrollar una serie de proyectos en todos los aspectos de la vida del país: construcción, modernización, ampliación, dotación, etc., dando paso a la realización de grandes y complejas obras, para lo cual necesitaba de mucha mano de obra calificada que el país no tenia, lo que tuvo como consecuencia la contratación de mano de obra del extranjero.
Llegaron de diferentes latitudes, y entre ellos un gran contingente desde Chile, entre los cuales venían hermanos de, o cercanos a, la Iglesia Evangélica Pentecostal (IEP) y a otras denominaciones. En los inicios de los años ochenta, en la ciudad de San Félix, en el estado Bolívar, al sur oriente de Venezuela, en casa del hermano Eduardo Cisterna, comienzan a realizarse las primeras reuniones. Se componían principalmente por su familia y un grupo de niños de la zona. Con el correr de los días, en la medida que se fue conociendo esta labor, comenzaron a llegar otros hermanos, incluso de otras denominaciones, hasta lograr formar un grupo considerable, con reuniones formales de acuerdo a nuestra misión.
Paralelo a esto, en la ciudad de Guacara, en el Estado Carabobo, la hermana Eliana Tricallotis, en compañía de sus hijas mayores, comienza a hacer reuniones en su casa, y al igual que en San Félix, también se comienzan a congregar otros hermanos, lo que motivó que también le dieran carácter formal de acuerdo a la doctrina Pentecostal. No pasó mucho tiempo para que esto llegara a ser conocido por nuestras autoridades en Chile -lo que sucedía en ambos estados-, dando como resultado que el año 1982 se recibiera la visita de una comisión de Pastores de Chile, encabezada por el Pastor Presbítero Francisco Salazar, quien recibió y organizó a ambas iglesias, dando así comienzo a la obra en Venezuela.
Hoy, la misión, cuenta con 8 Iglesias en diferentes estados del país, como son: IEP en San Juan de Lagunilla, Estado Mérida, Encargada de Obra, Hna. Sandra Valles, (venezolana), IEP en Guacara, Estado Carabobo, Pastor Evis Castro R. (venezolano), IEP en Maracay, Estado Aragua, Encargado de Obra, Hno. Juan Ramón Torrealba, (venezolano), IEP en Caracas, Encargado de Obra, Hno. Francisco Rivera V. (chileno), IEP en Soledad, Estado Anzoátegui, Encargado de Obra, Hno. José Briseño (venezolano), IEP en Ciudad Bolívar, Estado Bolívar, Encargado de Obra, Hno. Juan Díaz T. (chileno), IEP en San Félix, Estado Bolívar, Pastor Cesar Alfaro C., (chileno) y la IEP en Tucupita, Estado Delta Amacuro, Encargado de Obra, Hno. Elan Cedeño. Los inicios de la obra evangelizadora suelen ser difíciles, nunca ha sido fácil la penetración de las iglesias y se requiere de obreros comprometidos con la causa que lleven la preciosa semilla.
El momento presente
Venezuela ha sido un campo particularmente difícil para nuestra misión. A esto habría que agregarle el momento histórico que atraviesa nuestro país, que nos ha llevado a una situación de muchas carencias que hace difícil la vida, pues a la falta o escasez de: alimentos, medicinas, transportes, agua, comunicación, luz, alta inseguridad, y una paralización de las industrias, ha hecho que muchos venezolanos emigren de Venezuela buscando mejores horizontes, y eso ha traído como consecuencia que los colegios se queden sin sus profesores, los hospitales sin médicos, las industrias sin técnicos calificados y las iglesias no hemos escapado a este fenómeno. La inseguridad y la falta de transporte, principalmente llegando la noche, nos ha obligado a realizar los servicios mientras tenemos la luz natural, por lo que los días Domingos hacemos todos los servicios en forma continuada haciendo un paréntesis para compartir la comida que Dios nos provea.
Debo mencionar que para todos nosotros ha sido de vital importancia la “Ayuda Misionera”, que nos da un aporte que nos permite realizar nuestra labor pastoral y atender nuestras iglesias en sus necesidades básicas, ya que ésta, en estos momentos, no es autosustentable.
El compartir los alimentos, nos ha proporcionado una ocasión preciosa de estrechar los lazos de amor fraternos entre hermanos, que ha dado como resultado que al juntarnos para adorar a Dios, lo hagamos con alegría y disposición a compartir lo material y espiritual. Tengo la certeza que una vez que esta situación sea superada, y se produzca el retorno de los que se han ido, habrá una mayor expansión de la obra, pues muchos venezolanos están asistiendo a nuestras iglesias en Chile y otros países, y los que hemos quedado saldremos fortalecidos, pues en medio de la necesidad hemos visto la gloria de Dios, pues estamos aprendiendo a vivir por la fe.
Venezuela es un país de grandes y variados recursos, de un territorio amplio y una población que supera los 30 millones de personas, dividido territorialmente en 23 estados, y donde solo en 7 de ellos tenemos presencia como IEP. Hay mucha necesidad, de toda índole como el mundo entero se ha enterado pues somos noticia de primera plana, pero la necesidad más apremiante es la espiritual. Nuestro lema es “Venezuela para Cristo”, por lo que nuestra oración es “Señor levanta obreros, fervientes en tu obra”.
*Encargado de obra de la Iglesia Evangélica Pentecostal en Soledad, Venezuela.