Mirada de un Mapuche comunero y Pentecostal

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In che Luis Calcumil Ñancupil Piñei

En ocasiones, puede resultar un tanto peyorativo que un comunero pentecostal entregue una visión de lo que considera oportuno para la crisis que vive nuestro pueblo mapuche actualmente. Pero me es imposible callar por más tiempo. Sobretodo en mi deber de un ser consciente de las injusticias de mis hermanos.

Hoy en día es muy amplio el acceso que tenemos a la información, tanto en medios masivos como en redes sociales. Sin embargo, de algún modo también aumenta la desinformación, y por ende, la ignorancia. Y aún más en este contexto nos lleva a preguntarnos, ¿Conocemos realmente la historia mapuche poco o nulamente contada en los libros, y menos en nuestras congregaciones? 

La denostación y discriminación hacia nuestro pueblo por su forma de expresar el descontento, es impresentable. De todas formas muchos de nosotros entendemos que la violencia nunca es buena, y que en el mismo pueblo existen mapuches con opinión y mirada crítica que apoyan la causa desde la no violencia. Como pentecostales insertos en comunidades indígenas ¿hemos perdido el sentido de pertenencia a nuestra cultura? ¿Podremos hacer algo más que permanecer dentro de hermosos templos?

Desde tiempos remotos el mapuche se ha organizado en comunidad como modo de convivencia, de ahí el término comunero aplicado al referirse a nosotros, dueños de una cosmovisión ancestral que inimaginablemente converge con algunos puntos de vista cristianos. En esta línea, con la masiva extensión del cristianismo evangélico en Chile desde mediados del siglo XIX, nuestro Lof no fue la excepción en recibir la visita de “Huinkas” misioneros europeos, incluyendo anglicanos en su primera ocasión y posteriormente desde 1909 el pentecostalismo que se esparció rápidamente hacia zonas rurales habitadas en su mayoría por comunidades indígenas. Así, muchos de nuestros hermanos decidieron seguir la fe pentecostal, permitiéndole a esta estar presente actualmente en el Wallmapu.  

Pues bien,  deberíamos pensar entonces que se tiene mayor sensibilidad ante las injusticias y los actos de  discriminación en sus diferentes aspectos, además de un deseo parecido al de nuestro Cristo (como seguidores de él) por dar a conocer la verdad ante todo. Incluyendo así, los hechos de usurpación históricos, las muertes sin ningún precedente hacia nuestros antepasados, reivindicación territorial, pobreza, etc.

Temo que como cristianos hemos tomado un camino un tanto alejado de la realidad que vivimos, sin embargo podría aseverar que las nuevas generaciones de jóvenes cristianos mapuches somos más empáticos con las causas sociales de nuestra etnia, en ocasiones criticados por los dogmas de la rama pentecostal, que se confronta de cierto modo con las tradiciones ancestrales de nuestra cultura, trayendo un sisma en lo que refiere a grupo comunitario mapuche e iglesia, y que para algunos de los nuestros es una problemática grave.

No es para nadie desconocido el gran conflicto que existe en la región y territorio, donde los actores presentan por un lado una postura radical, otros buscan el dialogo no violento y por último un Estado que no presenta un plan estructurado para responder a las justas demandas. Si bien es cierto, son aristas que nos desunen de alguna manera, creo que como cristianos podemos buscar puntos de encuentro que permitan empatizar con nuestros hermanos, puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2), ¡De seguro que si se puede!

No se debe olvidar que también somos mapuches, gente de la tierra, tal como aquel que vocifera con las banderas enarboladas, o el que reclama sus derechos que desde siempre le han pertenecido, y sale a la calle. Nuestra diferencia es que estamos acostumbrados  dentro de nuestros templos a un ambiente de solemnidad y buscando las palabras mas hermosas para agradar a Dios y sentir la presencia del Espíritu Santo, pero lastimeramente dejando en absoluto abandono al mapuche no cristiano.

Creo que como cristianos podemos buscar puntos de encuentro que permitan empatizar con nuestros hermanos, puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2), ¡De seguro que si se puede!

Para buscar  puntos de encuentro entre esa solemnidad pentecostal y la causa mapuche, es importantísimo que hagamos un paralelo al escudriñar las Escrituras, y ponerlas en práctica junto a nuestro Kimun (sabiduría). Tan solo imaginémonos qué cosas lograríamos al estar unidos en un solo pensamiento, algunos ejemplos:

  • Salmos 133:1 ¡Mirad cuan bueno y cuan agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía!  Ante los ojos de nuestro Chau Gnechen (Padre Dios) es agradable y mas aun él envía su bendición.
  • I Corintios 10:17 Hay un solo pan, del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos, conformamos un solo cuerpo.

Temo salirme de contexto en estos versículos, pero mi intención es demostrar que para aplacar la violencia debemos estar mas unidos que nunca, así como Pablo suplicaba a los cristianos el no estar desunidos y mantener el mismo propósito (I Corintios 1:10). 

Según la Encuesta Nacional Bicentenario en Chile del 2019, los evangélicos somos un 18% de la población, lo cual no es menor. Asimismo, qué interesante sería ver a ese 18% ¡Demostrar un apoyo a la causa mapuche!, por nuestra parte no cuesta mucho intentar unir a un pueblo indígena fragmentado de cierto modo por nuestras propias decisiones, y en ocasiones llegar a ver como <enemigo> a nuestro hermano mapuche un tanto revolucionario. Los modos para buscar esta unión entre mapuches cristianos y no cristianos es una tarea difícil, tal vez no lo sería tanto si en nuestros púlpitos pentecostales se hablara con mayor claridad el trasfondo de la problemática social y dentro de todos los estatutos de las misiones reconocieran nuestra cultura. 

Es hermoso lo que ha sucedido con las Buenas noticias del evangelio en nuestras comunidades indígenas y que no se puede desconocer, como por ejemplo las sanidades físicas, en ocasiones similares a la historia de Pablo en la Isla de Malta. Sin pasar a llevar las tradiciones de aquellos indígenas, el evangelio de poder actuó en favor de ellos (Hechos 28:1-9), ayudas anónimasamortolerancia, y lo mas importante la esperanza de salvación y vida eterna

En este tiempo difícil es cuando nuestra voz también debe ser alzada tanto en los templos, como en nuestro actuar, busquemos la manera de ser parte de esta solución ocupando todas las instancias de diálogo para dar a conocer nuestro mensaje de simpatizar con nuestros peñis, pues la fe sin obras es muerta (Santiago 2: 14-17) y lejos de toda violencia, hemos creído en un poder que restaura, que reivindica, un amor que no pide nada a cambio, un Salvador que estuvo dispuesto a morir por mi, un Espíritu Santo que nos guía a toda verdad y justicia, y que sin duda espera algo más de sus hijos, nosotros.

Chaltumay 

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