Nota Introductoria
Entre los evangélicos, hay muchas personas con vocaciones tan grandes como silenciosas. Una de ellas, es la científica. En esta ocasión, hemos querido entrevistar a Daniela Soto: mujer, científica y evangélica. De profesión Bioquímico, actualmente cursa un doctorado en Biología Marina en la Universidad Austral de Chile, es una ferviente Gbuista y se congrega en una comunidad de la iglesia La Viña. Daniela, además, ha tomado un papel protagónico colaborando con Pensamiento Pentecostal en temas como el rol de la mujer en la iglesia. Véanse sus traducciones: Las mujeres en el movimiento pentecostal y La tóxica cultura de iglesia que causa acoso sexual. Sin más preámbulo, les invitamos a conocer parte de su historia.
LAK
Entrevista
Luis: Cuéntanos un poco de ti. Actualmente cursas un doctorado y, ciertamente, no es fácil llegar ahí. Se requiere mucha determinación, ¿cómo descubriste tu vocación por la ciencia? ¿Cuál ha sido tu mejor experiencia investigativa hasta el momento?
Daniela: Mi interés por la ciencia surgió desde muy pequeña, aunque yo diría que más bien fue interés por la investigación. Siempre fui muy curiosa y me hacía muchas preguntas. Cuando estaba en cuarto básico recuerdo claramente una clase de Historia y Geografía (así se llamaba en esa época) en la que estudiamos el sistema solar. Quedé maravillada. Quería entender el origen del universo, así que con 9 años le conté a mi papá que quería estudiar astronomía. Ese momento fue clave en mi desarrollo, porque fue mi papá quien apoyo y estimuló mi interés científico. Con los años mis intereses cambiaron y me di cuenta que me gustaba la biología. Cuando tuve que elegir qué estudiar, la decisión fue bastante sencilla, sabía que quería dedicarme a la investigación en ciencias biológicas. Finalmente, me gustaría decir que a pesar de mi temprano interés en la ciencia, la vocación ha sido algo que he ido descubriendo a lo largo de toda mi vida. No siempre estuve segura de mis decisiones, pero ahora que estoy aquí, se que estoy haciendo lo que debo hacer.
Respecto a mi mejor experiencia investigativa, definitivamente es la que estoy viviendo actualmente. Tengo la bendición de poder dedicarme sólo a estudiar. Además, al estar cursando un doctorado tengo mucha libertad de definir qué quiero investigar. Me gusta mucho mi tema de investigación (microbiología en ambientes extremos) el cuál me ha permitido inclusive conocer la Antártica.
L: ¿Cómo ves el rol de la mujer en la actividad científica hoy? ¿Qué problemas hay, y qué perspectivas?
D: Creo que la representatividad de las mujeres en la ciencia ha ido aumentando con el tiempo. En las ciencias biológicas (según mi experiencia) la presencia de mujeres es bastante común. De hecho, te diría que gran parte de mi formación durante el pregrado fue realizada por mujeres. Sin embargo, esta realidad es bastante variable y hay centros de investigación con muy baja representatividad femenina. Para que hablar de áreas cómo la física o las matemáticas, ahí si que la desproporción es grosera. También creo que en comparación a un hombre, para una mujer es más difícil crecer profesionalmente. La ciencia es un mundo muy competitivo y es difícil tomarse pausas, entonces si una mujer decide ser madre la cosa se complica. También pasa que toca viajar mucho y eso obviamente impacta la dinámica familiar. Creo que es necesario avanzar hacia un ejercicio profesional que sea más compatible con los proyectos personales. Por ejemplo, hace poco me enteré que se están organizando congresos científicos en dónde tienen sala cuna y las investigadoras pueden ir con sus niños. Me parece genial. También creo que hay que seguir luchando contra los prejuicios y entender que la inteligencia y la habilidad en ciertas áreas no tienen que ver con el género.
L: Sabemos que en los ambientes cristianos, suele conversarse sobre aquella centenaria lucha entre ciencia y fe ¿cómo ha sido tu experiencia en este tema? ¿Has podido conciliar ambas cosas, de qué modo?
D: Creo que mi experiencia ha sido bastante buena. Gran parte de eso se lo debo al Grupo Bíblico Universitario (GBU), en dónde además de conocer a otros científicos cristianos, siempre fue un buen espacio para hacer preguntas. Respecto a como he podido conciliar ambas cosas diría que al trabajar en ciencia, también conozco las limitaciones de la misma. Creo que el problema surge cuando se trata de explicar el mundo y la vida sólo a través de un lente. Se puede caer fácilmente en desconfiar de toda evidencia científica que amenace mi fe o en el reduccionismo que trata de explicar el mundo sólo a través de lo que podemos medir. Como me dijo hace poco una investigadora (no cristiana por lo demás), la ciencia nos explica cosas del mundo pero no tiene que ver con como nos sentimos. Así que, hay preguntas que se responden mejor desde la filosofía, o sentimientos que se expresan mejor a través del arte y la poesía. La fe es parte de esa realidad del ser humano que va más allá de lo que la ciencia puede explicar.
L: ¿Cómo ves que los cristianos en general perciben el problema de la ciencia? ¿De qué crees que dependa el producir un dialogo efectivo entre ambas comprensiones de la realidad?
D: Creo que la relación de algunos cristianos con la ciencia es algo enfermiza y poco honesta. Me molesta mucho la instrumentalización que se hace de la ciencia con el fin de defender posturas morales o creencias religiosas. Me explico. Hoy en día es perfectamente posible encontrar cristianos creacionistas (que no creen en la evolución), pero que a su vez defienden su postura contra el aborto con evidencias del desarrollo embrionario. También es usual escuchar argumentos en contra de la ideología de genero que refieren a que el sexo biológico es binario. Yo me pregunto, antes de argumentar de esa forma ¿habrán considerado seriamente que en la naturaleza existe el hermafroditismo? o ¿sabrán que hay especies que a lo largo de su vida cambian de sexo?
Creo que la única forma de avanzar hacia un diálogo efectivo es ser honestos tanto con nuestra fe, como con nuestra postura frente a la ciencia. Creo que la realidad científica no se puede desconocer, así que tenemos el deber de integrarla a nuestra vida de forma responsable y dejar de usarla según nuestra conveniencia. Tal vez hayan crisis de fe, tal vez no podamos afirmar todo lo que se nos enseña con la misma fuerza, pero seguro que lo que creamos, lo creeremos con fuerza.
L: Has estado siempre en el ámbito de pentecostales y carismáticos, y en estas congregaciones hay un fuerte énfasis en los milagros entendidos como hechos sobrenaturales, es decir, que están más allá de las ciencias naturales y sus leyes, ¿qué piensas de eso?
D: En general mi postura es la del asombro y la gratitud ¿No te parece increíble que ocurran cosas que no podemos explicar? Por definición eso es un milagro. También creo que los milagros más grandes que he visto en la vida tienen poco que ver con las leyes naturales. Tienen que ver con el gozo en el sufrimiento, con el amor al prójimo y la reconciliación.
L: Por último, en tu calidad de mujer, científica y cristiana, ¿Qué recomendaciones o consejos le darías a las y los jóvenes creyentes que se aventuran en el campo de la ciencia?
D: Me gustaría decirles que se lo tomen seriamente, porque esto también es una forma de servir a Dios y extender su Reino. También les diría que vendrán momentos complejos, porque uno se siente desafiado constantemente a replantearse su fe.
A las mujeres les diría que no se sientan intimidadas por este mundo aparentemente masculino. Que son tan capaces como cualquier persona de desempeñarse exitosamente en cualquier área de la ciencia. También les diría que si deciden formar familia, lo hagan con una persona que sepa apoyarlas y que esté dispuesta a darles espacio para que puedan crecer. Si deciden no formar familia, también está bien. No serán menos mujeres ni menos cristianas por optar por su desarrollo profesional.