Pentecostalismo, política y lo profético: renovando la esfera pública II – Por Amos Yong

Reproducción: Altar del trono de San Pedro. Bernini, 1666.

Por Amos Yong*

En mi post previo sobre “el pentecostalismo y lo político” sugerí que el crecimiento previsto para el cristianismo global pentecostal-carismático durante el siglo XXI tiene el potencial de impactar, e incluso transformar, la esfera pública en tanto que estos cristianos muevan su fe más allá de sus vidas privadas y eclesiales hacia el campo político, ampliamente considerado. Aquí quisiera reflexionar más sobre cómo esta convergencia se desplegaría, y cómo la espiritualidad pentecostal-carismática inscribiría sus compromisos  al interior de la arena pública que es tanto post-secular por un lado, como pos-cristiana por otro. En particular, me pregunto si acaso la oración de los pentecostales puede moverlos a una forma más profética de comunicarse con lo sociopolítico.

¿Qué significa “profético” en este contexto? En las tradiciones teológicas bíblica y cristiana, la profecía puede involucrar tanto la predicción de un futuro de otro modo desconocido a los seres humanos, o la predicción de un mensaje divino para un lugar, tiempo y situación específicos. Los pentecostales asumen que ambas pueden ser alcanzadas bajo la inspiración del Espíritu Santo. Aunque la profecía pentecostal-carismática ha sucedido usualmente en contextos eclesiales y que por tanto se ha dado entre individuos, los textos del Nuevo Testamento como el libro de Apocalipsis pretenden tratar acerca de un futuro de otro modo oscuro. Mientras que pasajes apocalípticos como ese ya existían en el Antiguo Testamento o la biblia hebrea, es más importante el hecho de que los profetas del antiguo Israel advirtieron a los reyes y gobernantes, cuestionaron los desarrollos sociopolíticos existentes y abogaron por el pobre, las mujeres, y otros grupos de oprimidos, usualmente desafiando al status quo.

En estos sentidos, los cristianos pentecostales-carismáticos no mantienen ningún monopolio de involucramiento profético en la esfera pública. De uno u otro modo, esto ha ocurrido por los últimos dos mil años, siguiendo las pisadas, por supuesto, de los profetas hebreos. ¿Cómo, entonces, los pentecostales y carismáticos han ido entre y contra el fondo de esta rica tradición de respuestas proféticas hacia lo político?

Mientras que los instintos de la primera o segunda generación pentecostal y carismática fueron dibujar una marcada línea entre lo sagrado y lo secular, y tratar a lo político como parte del segundo dominio que debía ser evitado, durante los últimos treinta años más menos, las cosas han estado cambiando.  Nuestro emergente tiempo post-secular ha presenciado a creyentes pentecostales ascender a algunas de las posiciones más altas de liderazgo político alrededor del mundo. En Guatemala en los ’80, Zambia en los ’90, y Nigeria en el 2000, han sido instalados como presidentes en parte bajo la sanción de sus propias iglesias pentecostales o carismáticas, algunas veces sobre una plataforma teológica explicita, y otras veces intentando implementar ideas inspiradas pentecostal o carismáticamente. Idealmente, estos líderes podrían haber estado en una posición de preeminencia para promulgar ideas políticas en la línea de los profetas de la antigüedad o de acuerdo a los horizontes escriturales más ampliamente –pese a ello, los muy discutibles resultados no han sido distintivamente pentecostales o carismáticos en ningún sentido.

¿Qué hay con posturas y prácticas más claramente contraculturales por las Iglesias pentecostales-carismáticas? El testigo pacifista de aquellas como la Iglesia de Dios en Cristo (Church of God in Christ, COGIC), por ejemplo, fue marcado tempranamente por una resistencia definitiva a los poderes de la polis que fue seguida por encarcelamiento en algunos casos. Pero a diferencia de varias otras iglesias pentecostales y denominaciones que han arrojado sus compromisos pacifistas a lo largo del camino de la movilidad social ascendente y la más amplia aceptación cultural, la COGIC ha retenido este modo de vida sobre bases bíblicas, teológicas y, más importante, pentecostales considerando el derramamiento del Espíritu Santo sobre toda carne (Hechos 2:17) y el clamor correlativo de que Dios no hace acepción de personas y no retiene su Espíritu (Hechos 10), y que esto puede referir incluso a sus propios enemigos. El punto aquí no es defender el pacifismo de la COGIC (o el de otras iglesias cristianas históricas) sino observar cómo este ejemplo puede ilustrar un acercamiento profético pentecostal a la esfera pública.

Para estar seguros, los pentecostales y carismáticos han colaborado proféticamente con los evangélicos y otros cristianos en todo tipo de asuntos y en la resistencia a varias iniciativas sociopolíticas. Podría decirse que hay un rango de posturas, ideas y actividades proféticas pentecostales y carismáticas que varía dependiendo de los climas políticos existentes. Los pentecostales alrededor del mundo que abrazan el pragmatismo usualmente lo hacen para tratar de discernir como sobrevivir su fe bíblica en formas apropiadas que varían según las situaciones en que están implicados. En este sentido, debemos estar alertas observando las sombras de la interacción pentecostal y carismática con el dominio público en el futuro.

*Teólogo pentecostal. Ph. D. en Religion and Theology, Boston University. Profesor de teología en la Regent University School of Divinity, Virginia.

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Publicado originalmente en Reverberations, 2014. Traducido con Autorización. Traducción de Luis Aránguiz Kahn.

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