Replica a «Algunas razones de porqué los evangélicos rechazaremos»: una mirada neopentecostal

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por Reiner Fuentes

Si bien la definición de la categoría neopentecostal es problemática, hay cierto acuerdo en que el neopentecostalismo es un fenómeno que se abre paso en los territorios latinoamericanos. Particularmente en Chile este grupo lleva un tiempo cristalizando y dando nuevas forma a la vivencia pentecostal y con ello abriendo nuevos caminos en el espacio público, a pesar de esto, son pocos los trabajos de aproximación a los imaginarios y significados neopentecostales.

En este breve ensayo, sin caer en la soberbia de representar en su totalidad la polifonía neopentecostal, quisiera en primer lugar permitirme enunciar algunas características propias y transversales de la neopentecostalidad, estas no están descritas formalmente pero es un esfuerzo honesto por construir un lugar común ad portas del proceso constituyente. Posteriormente procederé a exponer una réplica a un texto emitido en círculos evangélicos, en el cual se señalan cinco argumentos en contra de una nueva constitución.

Algunas transversales neopentecostales

Institucionalidad Fluida 

El mundo neopentecostal, al igual que el abanico protestante/evangélico es diverso en sí mismo, y una de las cualidades transversales de este movimiento parece ser la dinámica de su institucionalidad, gran parte de los movimientos neopentecostales toman prestados modelos de igle crecimiento del extranjero o derivan de algún sector tradicional o en su defecto, casi por generación espontánea proliferaron como un pequeño proyecto con directrices propias. La diferencia es evidente si se le contrasta con la institucionalidad pentecostal, la cual se muestra rígida, con una estructura bien definida, algunas incluso con sus propios manuales y códigos político/religiosos para la definición de distintas acciones eclesiásticas. 

La flexibilidad institucional permite que el mundo neopentecostal no se limite a formas pre-escritas de liturgia, formatos de evangelización, ni organigramas en donde todos saben qué y cuándo hacer tal o cual acción. A simple vista, podría intuirse un debacle organizacional que no resiste mucho tiempo y si bien los ministerios neopentecostales experimentan constantemente un recambio de feligreses, el movimiento neopentecostal ha demostrado tener una alta capacidad de adaptación a los cambios contingentes del medio, innovando en formas de hacer congregación o iglesias en contextos que podrían espantar a cualquier pentecostal, o en su defecto seducirlo, no es desconocido que hay un gran número de neopentecostales con herencia pentecostal. 

Vinculación con el medio

La actitud neopentecostal puede parecer en algunas ocasiones avasallante y porque no reconocerlo, rimbombante (radios, canales televisivos, libros, música etc), más allá del marketing de la farándula neopentecostal, hay una amplia gama de trabajos sociales y proyectos comunitarios dirigidos por neopentecostales detrás de fundaciones y organizaciones sin fines de lucro, este es probablemente el punto de quiebre respecto los pentecostales; históricamente el mundo pentecostal asume desafíos sociales sin una figura representativa más que la propia la iglesia, el trabajo icónico a nivel nacional de pentecostales en cárceles y hospitales así lo insinúa, en cambio la flexibilidad institucionalidad neopentecostal y las experiencias de fortalecimiento comunitario recogen necesidades y recursos de carácter contingente e interés para el entorno inmediato, vale decir iniciativas en la línea de: hogares de menores, violencia contra la mujer, espacios de formación para barrios aledaños al ministerio o iglesia, desarrollo de disciplinas artísticas, teatrales, musicales con la típica firma “abierto a la comunidad”. El neopentecostal camina confiado en que logrará adjudicarse el proyecto, ganar los fondos, la sede, los instrumentos o implementos y por otro lado tiene altas expectativas de la participación de su población objetiva. 

Hablando en lenguas, lenguas angelicales y humanas. 

La experiencia pentecostal toma formas insospechadas en la neopentecostalidad, y con ello también se abren nuevas posibilidades de repensar el espacio político y público. Un ministerio neopentecostal suele promover el hablar en lenguas y también invita a que la comunidad de fe hable con otros actores sociales sin temor a la crítica. Un ministerio neopentecostal promueve la sanidad y milagros pero también se siente con la responsabilidad de accionar en pro de la sanidad y milagros en medio del gobierno y en los espacios públicos. Un ministerio neopentecostal intenciona los dones del espíritu y cuando puede también dona servicios y aportes que hagan sentido a la comunidad más cercana. Para gran parte de los neopentecostales los límites entre el templo y la calle, lo natural y sobrenatural, lo público y lo privado son lindes que se difuminan con facilidad.  

De más está decir que estas tres transversales no están exentas de dificultades,  a veces rayan en el paternalismo, asistencialismo, mercantilismo de su propia marca, autogestión improvisada, e incluso egocentrismo y exclusivismo, en conciencia de ello, no es mi objetivo en esta ocasión hacer una revisión crítica de las lógicas implícitas en este intento por describir el despliegue neopentecostal. 

Para gran parte de los neopentecostales los límites entre el templo y la calle, lo natural y sobrenatural, lo público y lo privado son lindes que se difuminan con facilidad.  

Replica, desde una mirada neopentecostal 

A continuación quisiera contextualizar parte de lo que fue el documento que se difundió en diferentes espacios, pentecostales y neopentecostales, en dicho texto se presentan argumentos sobre porqué los evangélicos deben votar rechazo a nueva constitución. No tengo la osadía de clarificar el voto “neopentecostal” (ni siquiera pienso que exista un “voto evangélico”) pero si quisiera aportar una mirada neopentecostal a algunos argumentos señalados en el documento indicado.

Si quieres leer el documento, lo puedes descargar:

A los pocos días del anuncio de plebiscito para que los ciudadanos y ciudadanas de Chile decidan democráticamente la aceptación, rechazo y eventual mecanismo para llevar a cabo una nueva constitución, a fines del 2019 comienza a circular en los medios evangélicos un texto exponiendo 5 razones por las cuales los evangélicos deben rechazar la nueva constitución. Es interesante notar algunos posicionamientos que desde las primeras líneas dejan en evidencia el marco de referencia polarizado, dual y de guerra fría desde donde se aborda la situación. Las referencias pro Estados Unidos y una reiterada exposición descontextualizada de la constitución cubana, ya nos van indicando el telón político de fondo en la escena argumentativa.

Antes de iniciar la tarea de revisión, quisiera realizar un breve análisis sobre el estilo y las formas que se pronuncian en el texto.

No existe firma al final del documento, queda en las sombras la identidad de quién o quienes redactaron este documento. A pesar que en el mismo documento se reconoce las más de treinta declaraciones oficiales firmadas públicamente por diferentes sectores del evangelicalismo y protestantismo chileno a favor de las demandas sociales suscitadas en la crisis social y política que actual experimenta el país. Este gesto de encubrir la fuente del documento no es menor, puede perfectamente ser interpretado como una estrategia política subterfugia, para confundir a las comunidades de fe, en miras del plebiscito.

Discursivamente, la narrativa no deja de ser impositiva, centralista y con aires de una representatividad la cual es muy peligrosa y falsa por lo demás. Al presente no hay organismo, consejo ni concilio pastoral que pueda autoproclamarse como la voz oficial de la “iglesia evangélica”. Los espacios neopentecostales responden en veces a estilos organizacionales piramidales pero en el núcleo identitario se autodiferencian del evangelicalismo tradicional, a veces con cierto aire de superioridad creyendo ser una evolución mejorada del pentecostalismo y en otras con la aceptación a secas de las diferencias evidentes entre las denominaciones, apostando por un trabajo colaborativo inter-denominacional e incluso como diría uno de los padres del neopentecostalismo Peter Wagner, un trabajo post-denominacional.

Al presente no hay organismo, consejo ni concilio pastoral que pueda autoproclamarse como la voz oficial de la “iglesia evangélica”

La iglesia evangélica y en particular la chilena, tiene una identidad multiforme, con formas de expresión litúrgicas variadas, con creencias y formatos doctrinales disímiles entre sí. Esta diversidad de la fe cristiana sin duda ha dificultado la articulación del rol de la iglesia y su interacción con la esfera pública, pero ofrece matices comunitarios que conforman un cuadro de influencia social que se ha incrementado en la última década. En este escenario adjudicarse la vocería de la iglesia como si esta fuera homogénea, habla de una comprensión precaria de los procesos locales de historia y conformación de la fe evangélica en sus diferentes territorios.

En este sentido, nadie puede tomar la vocería de la iglesia evangélica, aunque no cabe duda que las voces neopentecostales toman fuerza en el liderazgo, convocatoria y organización de espacios multitudinarios de encuentros en los cuales convergen un amplio espectro de cuerpos eclesiásticos, movimientos y organizaciones evangélicas, pero distinto es apelar a un llamado de acción política como lo es rechazar o aprobar un proceso constituyente desde una posición pontificadora, oficial y única. Este esfuerzo solo expone una cosmovisión muy poco cristiana, la cual deseablemente debiera ser humilde y comprensiva, más con una fuerte hambre y sed justicia, lejos de esto el espíritu del texto parece más bien un acto de demagogia.

Dicho esto procedo a señalar los cincos argumentos expuestos y una breve réplica con la cual intento abrir el diálogo desde una postura neopentecostal. 

Argumentos

  1. “Los países desarrollados no cambian sus constituciones si no que las mantienen mucho tiempo.”

Honestamente este primer argumento no sé si tiene replica desde una mirada neopentecostal pero quisiera permitirme emitir una contrargumentación como la que podría hacer cualquier ciudadano independiente de su fe.   Este argumento secunda al encabezado “razones comparativas y experiencia”.  

Lo sigiloso del argumento es que su desarrollo solo compara a Cuba con Estados Unidos, y de paso instala el temor que una constitución redactada desde 0 nos llevaría a un tipo de totalitarismo, por lo que se concluye que es mejor modificar y mejorar la actual constitución. Olvidan mencionar ejemplos exitosos de procesos constituyentes que lejos de llevar a un totalitarismo dieron como fruto un proceso democrático satisfactorio.

Algunos ejemplos son la asamblea constituyente de Italia en 1949, basado en representación de sistema proporcional y regional, Constitución de Portugal, redactada por asamblea constituyente en 1976, Constitución finlandesa (2000) y más recientemente Suiza (2011) con un congreso constituyente con participación mixta.

También existen experiencias donde no hay cambio de constitución, solo modificaciones, más estas no solo requieren aprobación del parlamento sino además debe ser ratificada por la ciudadanía en plebiscito, es el caso de Japón de 1945, la Constitución de Francia de 1958, de la Constitución de Uruguay de 1966 y de la Constitución de Ecuador en el 2008. Por lo cual sostener que países desarrollados no cambian sus constituciones, es un argumento débil a la hora de observar procesos constituyentes donde la ciudadanía tiene voz activa en los procesos creativos y de modificación constitucional.

2. “La redacción de una nueva Constitución será más democrática, es una falacia”

Este argumento se sostiene bajo la idea que según los expertos “para la redacción de una Constitución desde papel en blanco… la ciudadanía [debe tener] las mismas posibilidades de participar. Esto es imposible en el escenario actual, porque hace muchos años nuestro país dejó de recibir la educación cívica mínima requerida.” Es decir, como no hay educación cívica en el país, esto imposibilita a la población de ser protagonista de sus propias decisiones políticas, por lo cual no todos tienen los mismos conocimientos y posibilidades de participación, por lo que es imposible una redacción de nueva constitución. En síntesis, desde el texto se postula una forma de aristocracia, un gobierno donde deciden los mejores, los expertos, expertos en su propia burbuja social, claro está. Este argumento es tremendamente anti-neopentecostal, el neopentecostalismo cree en los recursos y las competencias de la comunidad, en un eventual éxito del apruebo el mundo neopentecostal no dudaría en buscar representatividad constituyente incluso a pesar de la preparación o formación de la persona a postular. La máxima que une tanto a pentecostales, como neopentecostales es “Dios no llama al capacitado, él capacita al que llama”, la capacidad técnica, formativa o expertiz no es argumento para la acción de la neopentecostalidad. 

3. “El mundo cristiano, por esencia es reformador y no revolucionario.”

Básicamente en este apartado queda en evidencia un temor a la tabula rasa, “hoja en blanco”, partir desde 0. Argumentan que existe una manipulación política para que la nueva constitución incluya un nuevo modelo económico.

Aun cuando reconocen que en Chile ha habido un exceso de neoliberalismo, es curioso que el/los autor/es no expliciten abiertamente que simplemente temen a las posibilidades democráticas plausibles en un proceso constitucional y de paso sentencian el rango de acción del mundo cristiano, manipulando categóricamente el concepto de reforma con el cual históricamente se identifica la identidad protestante para socavar los significados del concepto de revolución. Por lo que están aplicando un concepto que corresponde a una dimensión religiosa a una dimensión política:

El silogismo sería algo así:

-Los cristianos somos fruto de la reforma (Afirmación histórica religiosa)

-Las reformas modifican, no revolucionan todo desde cero. (Afirmación política)

-Los cristianos no somos revolucionarios. (Afirmación religiosa-política)

-La constitución política se debe reformar, no iniciar en blanco. (Afirmación política)

Ese salto entre dimensiones simbólicas de significado es muy sutil y deja al cristiano en un entrampe del cual parece no tener salida. Pero la esencia del cristiano y los ministerios neopentecostales no es la reforma ni contrarreforma; la esencia es Jesús, y Jesús en la perspectiva de muchos neopentecostales fue tremendamente revolucionario, en términos sociales, imperiales y religiosos. 

Bonus track: Una nueva constitución no es una hoja en blanco, tiene lindes bien definidos y debe ceñirse a tratados previos firmados y ratificados por Chile en la escena internacional.

4. “Peligro de que se vea violentada la población conservadora en sus valores de libertad de conciencia y religión.”

Este es uno de los argumentos con más impacto para el mundo evangélico. Citan algunos artículos constitucionales que interpretan benefician al sector evangélico y católico del país indicando que el 80% del país es Cristiano, por esta razón señalan que los procesos de progresismo deberían ser lentos y respetuosos. Quizá el punto más relevante hace alusión a que la actual constitución “defiende la familia” y efectivamente, la actual constitución establece la familia como núcleo de la sociedad, más no explicita qué se entiende por familia, por lo cual tampoco se puede asumir que defiende a la familia tradicional, biparental, heterosexual, de hecho, no somos pocos neopentecostales que creemos que pretender que eso suceda es altamente anti-cristiano.

Chile es un país laico, esto básicamente significa que el estado no adscribe a una confesión religiosa, el temor que se instala es que la laicidad traerá el ateísmo a la nación, pero debemos recordar que fueron los mismos padres del evangelicalismo chileno quienes lucharon por un país laico.

Nuestro país desde 1810 hasta 1925 en su momento fue un estado oficialmente católico. Las consecuencias no eran menores, los hermanos evangélicos en aquel tiempo no tenían libertad de culto ni donde ser sepultados, ni podían contraer matrimonio. Un estado laico protege y resguarda las diferentes conciencias y expresiones de fe de la población impidiendo que una tome una postura que amedrente a otros grupos religiosos o no religiosos; en este respecto los neo-pentecostales suelen caracterizarse por una vinculación con el medio a través de  figuras organizacionales laicas, al menos para los neopentecostales que  tienen experiencia trabajando con instituciones, programas y proyectos gubernamentales, la laicidad no representa una amenaza, más bien facilita un techo de resguardo para la acción social de la iglesia en las diferentes iniciativas a llevar a cabo.  

5. “Una nueva Constitución no da solución a los problemas sociales”

Este es quizá el argumento más engañoso. Aducir que una nueva constitución no da solución a los problemas sociales, es no comprender nuestra actual constitución y su función.

La constitución es la carta fundamental democrática de un país, da por tanto forma a los cuerpos legales, su alcance y directriz. Si bien efectivamente una nueva constitución no dará solución inmediata a problemas nucleares de la agenda social, si podría facilitar metodologías políticas futuras para dar alternativas de resolución a las necesidades y demandas ciudadanas que desde hace años se vienen exponiendo.

Es verdad, la neopentecostalidad probablemente seguirá su empresa con la vigente o con una nueva constitución. Sin embargo, hoy tiene la corresponsabilidad junto con sus hermanos pentecostales de revisar cómo se piensan en su rol e incidencia social de la iglesia. Es claro para los neopentecostales que los problemas sociales tienen una causa espiritual, ni la constitución actual ni una nueva constitución cambiará el corazón de Chile, pero eso no amedrenta al neopentecostal. Algunos neopentecostales no temen al avance del progresismo ni se traban con el conservadurismo, en su mirada escatológica, el reino de Dios crece y avanza, el cómo este Reino se hace visible en el mundo es quizá la explicación teológica que divide al cristianismo, más el neopentecostalismo se muestra abierto a los cambios con una fe en esperanza, distinguiéndose de aquellos que ven un futuro que avanza presuroso al colapso, el declive de la iglesia, aumento de la apostasía y una especie de victoria de los poderes de maldad. Los neopentecostales por el apruebo, no ven al diablo detrás del proceso constituyente ven la coyuntura política como parte de la voluntad de Dios para el país y como una gran oportunidad de participación, por otro lado los neopentecostales por el rechazo creo están pensando en otros argumentos distintos a los expuestos hasta aquí. Lo que es complejo de dilucidar a propósito de la ausencia de una propuesta que surja de las voces neopentecostales.

Cómo podemos notar los argumentos al igual que otras intervenciones recientes en la franja electoral, se esbozan con una actitud instrumental de querer acaparar población votante, bajo el escudo de los valores como la familia, defender la moralidad del país y resistir a una serie de conspiraciones y paranoias políticas, pero esto no es nada nuevo. Es la misma acción llevada a cabo en las últimas elecciones por el Presidente Sebastián Piñera. Después de dos años, no eran pocos los pastores, obispos y apóstoles que se sintieron traicionados, utilizados como masa crítica para fines electorales que estaban lejos de  las motivaciones sinceras de las iglesias a las que representan. Con toda honestidad debo reconocer que este tipo de documentos junto a otro set de videos con un despliegue impresionante de mitos y temores avergüenzan, y aún más cuando se sitúa a Dios a una postura política, ¿En serio Dios cabe en los fragmentos tan banales, quebrados por la corrupción y la bajeza de la politiquería chilena? Al parecer para un sector reducido de pentecostales y neopentecostales: si, tal parece que cuando se trata de rédito político y beneficio personal, Dios cae en cualquier lugar.

El desafío para el mundo neopentecostal implica no solo una toma de postura, exige una profunda reflexión sobre como la fe se encuentra de cara con un país políticamente roto. ¿Será posible que el accionar neopentecostal madure de un trabajo social anónimo a una articulación política visiblemente comprometida? ¿Es posible la construcción de espacios comunes con materiales simbólicos propios del neopentecostalismo?

La(s) utopía(as) neopentecostal, sus expectativas y precauciones, ¿Son parte de un proyecto para la iglesia o uno con alcance país, tiene motivaciones de beneficio denominacional o de bienestar comunitario? Pensar en estas preguntas dejará más de un sabor amargo, la tendencia a fijarse en el conservadurismo o progresismo es latente y la urgencia por el desarrollo de un pensamiento neopentecostal sin fines de instrumentalización religiosa, es una tarea pendiente que el pentecostalismo no logró resolver y heredó implícitamente a sus hijos e hijas neopentecostales, movimiento que ingenuamente creyó que vistiendo jeans y tocando música pop pasaría de la copa que sus abuelos no quisieron beber, allá cuando embriagarse del espíritu tenía una función liberadora pero sin impacto fuera de las puertas del templo. 

*Reiner Fuentes Ferrada, Psicólogo, investigador en fenómenos religiosos, religiosidad y salud mental, Mindbody Lab, Universidad Austral de Chile  

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