Estimados
Después de leer las nuevas noticias desalentadoras acerca de la cuestión financiera de un Obispo y los comentarios sobre del tema, no puedo permanecer indiferente. Soy cristiana de la iglesia de Cristo.
Nací en el seno de una familia Pentecostal. Me crié en ese medio y conocí de cerca la labor de los antiguos hermanos y pastores pentecostales, ya que en mi familia también hay y ha habido varios pastores.
Por eso puedo decir con conocimiento de causa, como ha sido y como es, el trabajo de algunos pastores de las denominaciones que aquí se mencionan. Recuerdo a mi abuelita y a mis tíos abuelos, que salían a predicar y expandir el evangelio a pueblos y lugares, alejados de las grandes ciudades a donde no cualquiera o muy pocos llegaban. Se trasladaban en carretas o haciendo extensas caminatas, muchas veces con llagas en sus pies. Así predicaban de este Cristo maravilloso que conocieron y que cambió sus vidas. Ellos predicaban con sus propios testimonios, con sus cambios de vida y ponían al servicio de la obra de Dios, sus tiempos, sus casas, sus pertenencias, su bolsillo y junto a sus familias, servían a Dios como ellos entendieron debían hacerlo, esto es, con mucho amor, con sencillez y con grandes sacrificios. Renunciaban a sus trabajos para dedicar todo su tiempo a la obra. Empezaban las congregaciones al aire libre y en sus propias casas, hasta que se iban uniendo más hermanos y crecían. Trabajaban arduamente, codo a codo para conseguir dinero y peso a peso, podían sostener la obra y ayudar a los más necesitados, levantar sus templos y también la supervivencia del pastor.
La iglesia criolla chilena, ha crecido mayoritariamente con el aporte, ofrendas y esfuerzo de los fieles. Nunca ha recibido aportes estatales. Haciendo una pequeña investigación del avivamiento de 1909, tuve la bendición de conocer hermanos que participaron de esa experiencia y ellos relataban que aun al Pastor Hoover, le cortaron el aporte que le enviaban desde el extranjero para su sostenimiento en Chile, puesto que supuestamente había abandonado las normas y violado los estatutos de la Iglesia que lo envió a este país, quedando a la deriva y obligado a vivir de las ofrendas o lo que se juntara. En Valparaíso, el Evangelio era predicado, a los pobres, al pueblo más necesitado, a los más carentes de recursos, a las prostitutas, a los indigentes y en las cárceles, hospitales y a todo aquel que aceptara la sana doctrina. Mucha gente se convirtió al Señor y en ese tiempo, ellos comenzaron a usar una estrategia de predicación que hasta el día de hoy se realiza, que fue “salir a las calles en grupo” y contar cuantas grandes cosas había hecho el Señor con ellos. Era ahí donde contaban sus testimonios, para que otras personas les escucharan de donde los había sacado Dios y como los había transformado. Años después, yo misma, muchas veces con un grupo de jóvenes, tuve la experiencia de cruzar a pie, de lado a lado Valparaíso y caminar por los Cerros para ir a predicar. Producto de esas predicaciones, es que los Evangélicos fueron estigmatizados de ser IGNORANTES, LOCOS, SIN MORAL, DELINCUENTES, la escoria de la sociedad y discriminados hasta el día de hoy. Hago este relato, para graficar que no todos los pastores tienen mega iglesias y que muchos de ellos a veces tienen que sacar de sus pequeñas pensiones, para pagar los gastos básicos del templo, como muchas veces observé a mis tíos.
Pero aun así, estos hermanos lograron que en Chile hubiera libertad de culto y se pudiera predicar de Cristo libremente. Hoy aprovecho este espacio para hacer un reconocimiento público a todos estos hermanos que con sus esfuerzos y amor a Dios, hicieron posible que hoy podamos tener lo que tenemos y un gran crecimiento de la iglesia evangélica en Chile.
Por eso, me da mucha tristeza que por uno o unos cuantos pastores, que se han servido del Evangelio, haciendo uso de dineros que se recaudan para utilizarlos en su propio beneficio, amparados bajo estatutos que fueron hechos para otra época y en otro contexto. Que se aprovechan de estos vacíos y del amor genuino de muchos hermanos, que ofrendan a Dios sin cuestionar a donde o como se administran estos dineros, que muchas veces ni siquiera es necesario ya que uno mismo, está participando y viendo los avances de la obra, el logro en los proyectos y metas que se proponen los hermanos. Me da tristeza que se generalice a todos los pentecostales y sus congregaciones, porque no todas son mega iglesias, no todos los hermanos son gente acomodada, no todas las congregaciones perciben los mismos ingresos y además son ingresos que se utilizan para edificar, mantener templos y mantener la obra en general.
Agradezco esta tribuna y me alegra ver que visibilizan y critican situaciones que claramente hay que cambiar al interior de las iglesias evangélicas, respondiendo a las nuevas situaciones que se presentan en la sociedad actual. Valoro este espacio donde se pueda compartir opiniones, visiones diferentes y se pueda sacar luz de algunos temas. Que haya personas informadas, que compartan historia de la iglesia, personas que logran traspasar sus pensamientos para compartirlos y reflexionar. Dicho esto, siento en ocasiones, que estando o no de acuerdo con las formas o expresiones, que aquí leo, creo que este debería ser un espacio de edificación. Pero a veces he leído con tristeza como algunos, opinan con tanta simpleza o ligereza, sobre algunos temas, y solo por el hecho de que no están de acuerdo con alguna opinión y tienen una posición diferente, ofenden gratuitamente, mordiéndose unos a otros, (Gálatas 5:15) como decía el Apóstol Pablo. Dejando entrever la misma falta de tolerancia, poca misericordia, falta de amor que muchas veces es usada en contra de nosotros mismos como creyentes en Cristo.
La Palabra del Señor nos advierte en 2 Timoteo: 3 diciendo, que en los postreros días, vendrían tiempos peligrosos, que habrían mercaderes de la fe, amadores de sí mismos.
Y en Mateo 24:3, Jesús habla de las “SEÑALES ANTES DEL FIN”, y en el versículo 12 dice: “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Estamos viviendo tiempos proféticos.
Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres, pero el mayor de ellos es el amor.(1 Corintios 13:13)
Paz a cada uno.