Nota introductoria: El presente artículo trata sobre la vida de Samuel Zenteno Pedreros, Obispo de la Iglesia de Dios Pentecostal (IDDP), quien falleció hoy miércoles 15 de enero de 2019. Es de autoría del pastor Eduardo Careaga, de la misma denominación, y fue publicado originalmente en el ejemplar julio-diciembre 2019 (pp. 14-17) de la revista El Despertar, órgano institucional de la IDDP. La fotografía que utilizamos en esta reproducción, es tomada de la misma publicación original. Que el Señor consuele a la familia e iglesia de este siervo de Dios.
Biografía
Nació en la comuna de Coelemu, sector Tubúl el 5 de enero de 1928, siendo su padre el señor Samuel Zenteno y su madre la señora Rosa María Pedreros Gómez, hijo menor de cinco hermanos, todos criados bajo el catolicismo; al amparo de la rama Jesuita.
Revelación que se cumple fielmente.
Según lo extraído de la revista «Fuego de Pentecostés» en la página 5, con fecha del mes de agosto del año 1947, el hermano Samuel Zenteno escribió una revelación que tuvo a los 7 años aproximadamente, la que relata lo siguiente:
“A la edad de 7 años más o menos, siendo yo un pequeño niño, tuve una noche una hermosa revelación de sueño: Veía que yo y mi familia íbamos caminando por un camino muy ancho y atrayente, pero después de mucho andar llegamos a un reino con un gran rey. Entonces yo me adelanté y pregunté afuera del límite: Si tendrían trabajo y un joven de traje blanco me dio la respuesta, diciéndome que había mucho trabajo, pero tenía que esperar un poco de tiempo.
Pasaron los años y yo guiándome por la doctrina romana que me enseñaron mis padres. En el año 1940 llegó la doctrina del Señor Jesucristo, el evangelio de la gracia, a la estación de Ranguelmo, cuando yo supe que el evangelio había llegado le dije de inmediato a mi madre: Mamá, deme permiso para ir donde los evangélicos. Pero ella me replicó con disgusto: Prefiero verte en los pasatiempos y vicios de esta vida, antes de que seas evangélico.
Pero con todo esto, el Señor obró tan poderosamente en mi corazón en el mes de febrero de 1944, llamándome a sus santos caminos a la edad de 16 años, conforme a la revelación que muchos años antes me había dado.
Ya convertido, oré intensamente al Señor por mi familia y, hoy día caminan todos gracias al Señor.»
S. Zenteno
A mediados del mes de abril de 1942, a la edad de 14 años, viajó el joven Samuel junto a su hermana Ida Zenteno en el único medio de transporte de esa época (tren) a la localidad de Lirquén (Región del Biobío) en visita a su tía materna Gertrudis Pedreros, la cual ya había aceptado al Señor en su corazón, conociendo una nueva fe en un evangelio de Salvación, la que se congregaba en la Iglesia Metodista Pentecostal junto a su nieta Juana de 14 años.
La tía inspirada por el Señor, les conversa a sus sobrinos que una noche había ocurrido un suceso sobrenatural estando en el templo, el que consistía en que Dios había hablado que si su nieta Juana no se convertía al Señor en ese instante, sería cortada sin misericordia. Juana al escuchar este duro mensaje tuvo gran miedo retirándose inmediatamente del servicio. Después de un instante, sin darse cuenta retorna al culto, y cuando se dirigía al altar, cae muerta al suelo, cumpliéndose así lo que Dios había hablado anteriormente.
La hermana Gertrudis relata que se levantó de la banca gritando al ver lo acontecido, mientras esto sucedía sale un hermano de la congregación en busca del padre de la niña llamado Abraham Pedreros (quien no era convertido) una vez llegando el padre al templo y ver a su hija muerta, muy angustiado, se humilla ante las plantas de Dios prometiendo en ese momento como testigo la congregación, que si el Señor vuelve a su hija a la vida él aceptaría a Cristo como su Salvador. Tanta sería la angustia de este padre que Dios mostrando su poder vuelve a la vida de inmediato a la niña, provocando un impacto espiritual dentro y fuera de la congregación que incluso caló en lo más profundo del alma en el joven Samuel.
Cabe destacar que con el transcurrir del tiempo el hermano Abraham (primo de nuestro Obispo), fue Pastor de la corporación misionera Pentecostal de Lirquén.
Retornando de este viaje, este jovencito se pregunta «¿Por qué en la Iglesia evangélica habla el Señor, si él asistiendo regularmente a misa, nunca había escuchado que Dios hable a las personas?»
Lo dicho de labios de su tía Gertrudis, le produjo gran curiosidad y en conversaciones con su hermana ésta misma le responde que eso era fanatismo y que posiblemente a su tía la había hipnotizado, no creyendo en el poder de Dios.
Ya en casa el joven Samuel, luego de todo lo oído en Lirquén, se interesa por leer la Biblia, y como en su hogar solo había una Biblia católica del Padre Scio, habitualmente la escudriñaba y rezaba de acuerdo a lo que se le había enseñado, pero en su interior deseaba vivir la experiencia personal que le habían comentado, y expresaba lo siguiente: «¿Cuándo iré a la Iglesia evangélica para hablar con el Señor?»
En primavera del año 1943 a la edad de 15 años llegando la noche, se encontraba acostado en su cama vio como toda su habitación se llenó de una luz resplandeciente, sintió un gran poder sobrenatural y oyó una voz que lo estremeció tanto que él sorprendido reconoce que era la voz de Dios que directamente se dirigía hacia él, salió corriendo del cuarto y cayó de rodillas bajo un manzano de la quinta que estaba en el fundo de su padre llamado «El Guindo». Allí fue el lugar donde el Señor trató en una forma muy personal con él, teniendo una visión de coros celestiales que cantaban, y ahí él comprendió que Dios es real y lo necesitaba. Comprometiéndose con el Señor diciéndole que haría lo que él le encomendara, inmediatamente escucha las claras palabras que vienen de la misma boca de Dios declarándole lo siguiente: «Predica mi evangelio, di la verdad; no seas mentiroso» Después de lo sucedido, se dirige a su hogar expectante con esta maravillosa experiencia vivida, contándole a su familia esta manifestación, por lo cual, ellos lo tildaron de loco y nadie entendía lo que él hablaba, porque para esta familia católica eso no era posible. Sin embargo, era tan grande la llenura del Espíritu Santo en su corazón, que insistió en lo vivido e independiente de la negación por parte de su familia, algo superior lo impulsa a hablar en esos campos de las cosas grandes que Dios hacía en los corazones de las personas.
El 27 de febrero de 1944, este jovencito teniendo 16 años, asistió a un sector llamado Ranguelmo distante a 8 kilómetros de su hogar, llegando a una casa de oración por primera vez en la cual ese día se realizaba un servicio de escuela dominical, en ese momento en la puerta del templo aparece un varón llamado Teófilo Domínguez, campesino rústico el cuál le pregunta al joven Samuel -¿Qué andas haciendo? Siendo la respuesta del joven «ando mirando» él le contestó – ¿Entras o te mandas a cambiar?, porque aquí no se necesitan mirones. Luego de estas fuertes palabras el joven decide ingresar al local que pertenecía a la Iglesia Evangélica Pentecostal, entonces este hermano, lo sienta en la primera banca de los varones, luego le dice «mira hacia adelante ahí está Dios, atrás está el Diablo». A ese culto asistió más o menos un año, aprendió el manejo de la Biblia, el orden de los cultos, oraciones, despedir el servicio y cantar algunos himnos.
Inspirado por el Señor en el año 1944, el hermano Samuel desea formar un local de la congregación a la cual pertenecía (IEP de Ranguelmo) en la propiedad de sus padres, ya que ahí llegaban muchas personas de los alrededores a comprar vino al negocio que atendía su hermana Ida, mientras ella vendía sus productos, el hermano Samuel aprovechaba de predicarle a aquellas almas la poderosa palabra de Dios y el santo evangelio de salvación, convirtiéndose a Dios algunos de los clientes de su hermana, entre ellos Oscar Baza, quién posteriormente se convertiría en su cuñado (esposo de su hermana Ida). Al ver los frutos de esta evangelización, a sus 17 años, pide permiso a su madre Rosa que le conceda una pieza de su casa para conformar un culto, construyendo con sus propias manos el pulpito, las bancas, y también arregló chonchones a parafina para la iluminación de dicho lugar conformado un local de 4×6 metros.
Por este trabajo, el hermano Samuel se ausenta unos días de reunión en el templo de Ranguelmo, por lo cual, los hermanos de su congregación deciden visitarlo, encontrándose con esta bendición de tener armado un nuevo culto de adoración a Dios, y como fue tan positivo este trabajo, los hermanos inauguran este lugar, recibe la bendición como encargado por primera vez en su vida para dirigir su propio local «El Guindo» haciéndose reuniones los días lunes, miércoles y viernes a la entrada del sol que era medición del horario en ese entonces.
Los primeros locales que se fundaron fueron: «Pirumávida» (1947) y el local «El Milagro» (1948).
El local el Guindo funcionó durante tres años, y luego se trasladó a un lugar llamado Tres Esquinas por estar este a trasmano de la hermandad. Fue allí donde el hermano Samuel en el 18 de julio de 1949 contrae matrimonio con la hermana del mismo local, la señorita Elba Elena Cabrera Toro, de este enlace conyugal nacen nueve hijos; 6 mujeres y 3 hombres: Rosa, Silvia, Samuel, Arturo (Q.E.P.D), Ruth, Noemí, Elba, Hernán e Irene. Actualmente todos sus hijos sirven al Señor. La hermana Rosa y Ruth acompañan al Obispo en casa para recibir y atender las visitas y ayudar en la obra del Señor.
Después de haber leído esta cita de «Revelación que se cumple fielmente»; Dios siempre cumple sus promesas, y las revelaciones que Él entrega, se cumplen fielmente. Aquel jovencito de 7 años que escuchó la voz del Señor, no dimensionó lo que significaría en su vida, el fuerte llamado de Dios. La palabra del Señor dice: “A la verdad, la mies es mucha más los obreros pocos” (Mateo 9:37) y el mensaje que recibió lo transformó en un pregonero del evangelio, la frase “Predica mi evangelio, di la verdad, no seas mentiroso” a pesar de su corta edad, la asimiló de tal forma, que emprendió la ardua tarea de llevar la palabra del Señor, recorriendo la comuna de Coelemu y por todo lugar que el Espíritu Santo le mandara, con el solo deseo de cumplir su llamado, hasta hoy, en su avanzada edad y conforme las fuerzas que Dios le da, continúa sembrando el evangelio en el corazón de quienes lo escuchan.
Créditos: Esta biografía es de autoría de nuestro Ps. Eduardo Careaga, quien está pronto a lanzar un libro, con esta biografía y muchos otros relatos inéditos de nuestro Obispo y la obra de evangelización en el Valle del Itata.